Lecturas 5 de agosto. Miércoles XVII semana tiempo ordinario.
En tiempos de secularización hablar de fe grande puede parecer excesivo. De hecho cada vez cuesta más confesar la propia fe porque uno puede percibir cierto reproche social. Pero la fe no es algo que solo se confiesa sino que se vive y experimenta por los cuatro costados.
Hoy Jesús reconoce la fe de la mujer cananea. Una mujer que ha sido victimizada por su género, por su origen y por su religión (eso creo que hoy también ocurre). Pero a pesar de los pesares es su fe, o mejor dicho su esperanza lo que le lleva ante Jesús.
Surge la pregunta de qué es lo que nos lleva a Jesús, la costumbre, la cultura de la que participo, mi grupo-comunidad,… Son tiempos en que se nos llama a una mayor radicalidad, es decir a vivir más profundamente. Se nos invita a que la fe sea el corazón de nuestra vida, no un apéndice. Se nos invita a ir directamente al encuentro en la vida, con el Jesús que sana, que enseña, que habla del Padre. ¿Qué nos lo impide?
Ayer hablamos de un líder que veía las cosas claras… El mismo que hoy cambia de opinión ante quien menos crédito podía tener…nunca deja de sorprender la sabiduría concentrada en textos tan «pequeños»