Murcia: ¿El fin de un modelo basado en el nacionalismo hidráulico?

Artículo escrito por Irene Palacios Brihuega

A lo largo de los últimos años la Región de Murcia se ha consolidado como la comunidad autónoma más conservadora de toda España. Desde 1995, el PP de Murcia ha ganado todas las elecciones autonómicas con mayorías absolutas, la última de ellas, en 2011, con un nuevo record de votos y de escaños (33 diputados de 45 y un 58,82 por ciento de los votos). La oposición parlamentaria la componen únicamente dos partidos, el PSRM-PSOE e IU-Verdes RM, que durante estos 20 años duramente han logrado mantener sus apoyos: Desde las elecciones de 1999, IU-Verdes ha venido obteniendo únicamente un diputado,  mientras que el PSRM ha ido bajando progresivamente de 18 a 11. En las últimas elecciones generales el PP aventajó ni más ni menos que en 24 puntos al PSOE (siendo esta la comunidad donde más apoyos cosechó), mientas que en las municipales se hizo con 39 de los 45 ayuntamientos de la Región, incluidos los de las ciudades más importantes como Lorca, Cartagena y Murcia.

¿Cómo se puede explicar esta hegemonía conservadora en la Región? Y lo que es más importante, ¿se ha deteriorado en algo desde las últimas elecciones autonómicas? Si bien es difícil anticipar cambios en una región tan tradicional y conservadora como la murciana, lo cierto es que las encuestas regionales de intención de voto señalan por primera vez el final de la mayoría absoluta del PP y la composición de un Parlamento tetraédrico con la entrada de UPyD. Lo curioso de este fenómeno es que la caída del PP no se produce a costa de un empuje del PSRM, que permanece estancado, sino como consecuencia de la emergencia de UPyD y del crecimiento de IU-LV y de la abstención, lo que hace prever que por primera vez los pactos post-electorales jugarán un papel clave en la Región.Para entender las causas de este posible desplome del PP hay que echar un vistazo a la evolución de las tres variables que se han considerado claves en las sucesivas victorias del PP en la Región: el problema del agua, la popularidad de Ramón Luis Valcárcel entre los murcianos y la debilidad del PSRM.  Veamos algunos datos.

El problema de la escasez de agua ha sido una de las principales armas políticas durante la última década en la Región de Murcia. En 2004, la derogación del Plan Hidrológico Nacional por parte del gobierno de Zapatero supuso un auténtico momento de inflexión en la política murciana, pues sirvió al PP para construir, en torno a la ya acuñada consigna de “Agua para todos”, el discurso del agravio victimista sobre el que durante años ha levantado sus crecientes mayorías absolutas. En la Región se adoptó el término de “nacionalismo hidráulico” (Foro Ciudadano de la Región de Murcia, 2005) para designar a la incipiente identidad regional murciana que el PP estaba logrando forjar en torno a la cuestión del agua y que ha sido el fundamento de su hegemonía política.

Los datos apoyaban esta tesis. En 2005, según el Barómetro Autonómico I del CIS, el 60,4% de los murcianos señalaba “la escasez de agua, la sequía” como uno de los tres problemas más importantes de la Región de Murcia. Esta variable correlacionaba positivamente con el sentimiento de orgullo por ser murciano y con la cercanía al PP. Sin embargo, siete años más tarde el PP murciano se ha visto obligado a sacar el problema del agua de su agenda política como consecuencia de los golpes maestros que ha sufrido por parte de su propio partido. A comienzos de legislatura ya se hizo evidente que, en contra de sus expectativas, la recuperación del Trasvase del Ebro no figuraría finalmente en el programa electoral del PP para los comicios generales de 2011; Meses más tarde también se escaparía buena parte del agua del Trasvase Tajo-Segura al quedar fijada en 400 hectómetros cúbicos la reserva estratégica mínima de los embalses de Entrepeñas y Buendía que abastecen al Segura (cuando Murcia consideraba imposible que esa reserva se elevase por encima de los 240 hectómetros), lo que fue un triunfo claro del gobierno castellano-manchego encabezado por María Dolores de Cospedal. Si bien es cierto que la preocupación de los murcianos por el problema de la sequía ha decaído hasta mínimos (3,8 por cien, según datos del último Barómetro autonómico del CIS) a costa de los problemas relacionados con la crisis, será interesante ver cómo se desenvolverá el PP murciano en su próxima campaña sin recurrir al eslogan que le ha hecho ganar elecciones (municipales y autonómicas) durante los últimos 10 años.

Tabla 1. Porcentaje de ciudadanos que cita los problemas relacionados con la “escasez de agua, la sequía” como uno de los tres principales problemas de la Región de Murcia

Barómetro autonómico I, 2005 60,4
Barómetro autonómico II, 2010 18,6
Barómetro autonómico III, 2012 3,8

Fuente: Barómetros autonómicos del CIS 2005, 2010 y 2012

Un segundo factor de la creciente marea popular en la Región de Murcia ha sido la buena reputación de la que ha gozado durante estos años el presidente Ramón Luis Valcárcel entre los murcianos. Cuando en los dos primeros barómetros autonómicos del CIS se solicitaba a los ciudadanos que valorasen a su presidente autonómico (su actuación, sus cualidades y la confianza que les merecía), en Murcia las respuestas positivas superaban ampliamente a las negativas, algo que no ocurría en el conjunto de España. En cambio, en el último Barómetro autonómico de 2012 el desgaste de Valcárcel se hizo ya más que evidente: el 63% de los murcianos decía tener poca o ninguna confianza en él y apenas un 27% aprobaba su actuación. A las pésimas cifras que ha dejado la crisis en la Región se une el hecho de que en estos casi 20 años de gobierno el Presidente no ha conseguido que se realice ni uno solo de los grandes proyectos que ha prometido de manera insistente y en los que ha empeñado su credibilidad: ni la macrourbanización turística de Marina de Cope (cuya Declaración de Interés Regional fue anulada recientemente por el Tribunal Superior de Justicia de Murcia), ni la construcción del macropuerto de El Gorguel, ni la llegada del AVE a la Región, ni la apertura del nuevo aeropuerto “internacional” de Murcia (que a pesar de estar terminado no tiene fecha debido al contencioso legal en que se han enzarzado la Comunidad y la concesionaria privada, sumándose así a la lista de aeropuertos sin aviones en España).

Tabla 2. Confianza, cualidades y valoración de la actuación de los presidentes autonómicos (Porcentaje que señala Mucha+ Bastante/ Muy buena+ Buena)

  Confianza en el presidente autonómico (Mucha+Bastante) Cualidades del presidente autonómico (6 cualidades: Mucho+Bastante) Valoración de la actuación del  presidente autonómico (Muy buena+buena)
 
  Barómetro Autonómico I, 2005
Región de Murcia 57,3% 51,5% 51,2%
Media nacional 46,4% 35,9% 40,2%
  Barómetro Autonómico II, 2010
Región de Murcia 51,0% 53,7% 44,3%
Media nacional 40,2% 27,5% 33,4%
  Barómetro Autonómico III, 2012
Región de Murcia 36,8% 45,6% 27,6%
Media nacional 32,9% 25,2% 25,5%

Fuente: Barómetros autonómicos del CIS 2005, 2010 y 2012

 

Por último está la escasa acogida de la oposición política, y en particular del PSRM, entre los murcianos. Desde que perdiera las elecciones autonómicas en 1995, el PSRM apenas ha logrado pasar la barrera del 30% de apoyo, decayendo hasta el 23,8% en los últimos comicios de 2011. Ni siquiera durante los años de los triunfos socialistas en las generales con Zapatero ni ahora que la crisis está haciendo mella en los apoyos a los conservadores, el PSOE murciano logra mejorar su respaldo.  Sin embargo, a pesar de los pésimos resultados, el partido parece anclado en la oposición débil y acomodaticia, totalmente ausente de autocrítica. Desde que Pedro Saura, Secretario General del partido entre 2004 y 2012 y último candidato a la Asamblea de la Región, abandonara su cargo en 2010 para ser diputado nacional, el PSRM se ha instalado en la promesa continua de unas primarias que nunca llegan, principalmente por la falta de candidatos. El actual, Rafael González Tovar, Delegado del Gobierno en la Región entre 2008-2011, y que ya ha anunciado que disputará las primarias, no parece en cualquier caso el más apropiado para emprender la ansiada renovación del partido.

Por tanto, aunque las dos primeras variables parecen mostrar claros indicios de que el apoyo al PP podría verse resentido en unas futuras elecciones (por la desaparición del issue del agua en la Región y por las malas valoraciones de Valcárcel), la ausencia de una oposición medianamente fuerte plantea serias dudas acerca de la posibilidad de que los murcianos se decidan finalmente a retirar su apoyo al partido que ha estado gobernando la Región durante los últimos 20 años. Una cuarta variable que queda por disipar es quien será el candidato del PP para las próximas elecciones y qué capacidad mostrará para resolver la ecuación murciana. Ramón Luis Valcárcel, al frente de la Comunidad murciana desde hace 19 años y  uno de los mandatarios autonómicos más longevos en el cargo en toda la historia de la democracia española (sólo empatado por Manuel Chaves al frente de Andalucía y Pedro Sanz en La Rioja), ha decidido refugiarse en el Parlamento Europeo, por si acaso.

 

 

 

 

 

Gráfico: Los ingredientes del discurso de Mariano Rajoy

La Convención Nacional del Partido Popular celebrada este fin de semana se cerró con un discurso de su líder: Mariano Rajoy. Aunque es una reunión de partido, la vocación del discurso trasciende los muros limitados de la militancia y está elaborado para comunicar a sus potenciales votantes su mensaje político. Hemos hecho un análisis de contenido cuantitativo de su discurso asignando a cada argumento/frase un código referido a alguno de los temas abordados en su mensaje político. En el siguiente gráfico podéis ver desmenuzado el discurso del líder del Partido Popular atendiendo al peso que tienen en su discurso los temas que más preocupan a los ciudadanos.Tan importantes son los ingredientes utilizados como los que se quedan en el cajón y no son mencionados ni una sola vez. Entre estos últimos podemos destacar la igualdad de género, los jóvenes, la I+D o el medio ambiente.

 

La Comunidad Valenciana, ¿fin de la hegemonía del PP?

Artículo escrito por Pau Palop  @pau_palop

En las elecciones autonómicas de mayo de 2011, el Partido Popular de la Comunidad Valenciana (PPCV) logró de la mano de Francisco Camps su cuarta mayoría absoluta (55 diputados de 99 y un 48.5 por ciento de los votos). Si es verdad que no hubo sorpresas en la mayoría conservadora, sí que las hubo en la configuración de la oposición parlamentaria. El Partido Socialista (PSPV) consiguió únicamente 33 diputados y un 27.5 por ciento de los votos -descubriendo un nuevo “suelo electoral”-. Por otra parte, Compromís, la coalición formada por el Bloc, Iniciativa y Els Verds, obtuvo 6 diputados y un 7.03% de los votos, superando sin problema la barrera electoral del 5% y contradiciendo prácticamente todas las encuestas publicadas en las que la coalición no obtenía representación parlamentaria. Por último, Esquerra Unida (EUPV) obtuvo 5 diputados y un 5.8 por ciento de los votos.

El Partido Popular, que obtuvo la mayoría absoluta a pesar de los escándalos de corrupción (Gürtel, Brugal…), ha ido perdiendo durante está legislatura parte de sus apoyos. En primer lugar, con la imputación de Francisco Camps en la causa de los trajes y su posterior dimisión como President de la Generalitat. Su sustituto, Alberto Fabra, fue impuesto por la dirección nacional del partido y ha mantenido un perfil bajo durante los dos años que lleva en el cargo, alejándose del perfil mediático de Camps e intentando marcar las distancias con la gestión previa.

En segundo lugar, el PPCV ya no puede sostener su programa electoral en los pilares que utilizaba hace diez años: los grandes eventos, infraestructuras y la defensa de la “identidad” de los valencianos frente los ataques de los “catalanes” y del Gobierno socialista. La crisis económica, que ha afectado a la Comundad Valenciana especialmente,  se ha llevado por delante la posibilidad de invertir en grandes eventos, dejando a Valencia sin dos de las grandes apuestas de Camps y Rita Barberà: la Fórmula 1 y la America’s Cup. Por otro lado, durante estos años el Consell tampoco ha podido plantear nuevas infraestructuras y, además, ha visto como las ya construidas empezaban a evidenciar problemas  -recientemente, por ejemplo, se ha tenido que retirar la cubierta de trencadís del Palau de les Arts porque provocaba daños a la estructura-. Por último, con el movimiento independentista catalán en auge, los partidos valencianos han marcado las distancias, haciendo evidente que ninguno de ellos apuesta por la independencia del Pais Valencià  y que no eran tan “catalanistas” como el PPCV decía. Por otro lado, en el gobierno central ya no está Zapatero, sino Rajoy. Echar la culpa de los problemas de la Comunidad al Gobierno ya no es tan fácil, y no es posible argumentar que los “socialistas” discriminan a Valencia. Además, el cierre de Canal 9 se ha visto como un ataque directo de Fabra a la autonomía valenciana.

Por su parte, el PSPV desde que Lerma abandonó la presidencia de la Generalitat ha probado con varios líderes (Antoni Asunción, Joan Ignasi Pla, Jorge Alarte y ahora Ximo Puig) y ninguno ha logrado convertirse en un líder de oposición con opciones a gobernar, de hecho, conforme los líderes pasaban y las elecciones se celebraban, el PSPV ha empeorado sus resultados hasta obtener los peores de su historia en las pasadas elecciones de 2011. Aunque el problema de liderazgo explica mucho de la situación actual del PSPV, no hay que olvidar su otro gran problema: la falta de un proyecto alternativo. El PSPV no ha sabido ofrecer una narrativa diferente a la del PPCV. Prácticamente, ha participado de todos los eventos y macroinfraestructuras que se le iban ocurriendo al PPCV. Ha creído, en definitiva, que oponerse frontalmente al modelo impulsado por Camps y Rita Barberà les restaría votos. Quizás una lectura correcta en el corto plazo -la hegemonía durante 20 años del PPCV no se puede obviar-, pero no en el largo. Mientras el PSPV iba por detrás del PP, un nuevo movimiento ha surgido a su izquierda y le ha comido terreno: Compromís.

 

La marca Compromís se utilizó por primera vez en las elecciones autonómicas de 2007. En ese momento, la coalición estaba liderada por Esquerra Unida y el Bloc. Al año de esa legislatura, EUPV se rompió y parte de sus diputados, entre los que destacó Mónica Oltra, decidieron fundar un nuevo partido, Iniciativa. De esta forma, EUPV formó grupo propio en Les Corts y el grupo Compromís pasó a estar liderado por el Bloc e Iniciativa. A pesar de este inicio, Compromís adquirió gran protagonismo. De la mano de Mónica Oltra hizo oposición al proyecto del PPCV, denunciando sus irregularidades y haciendo visibles sus defectos. Se convirtió en la formación de la lucha anticorrupción, la única que empezaba a proponer un modelo alternativo al del PPCV de forma eficaz, ayudada por la buena gestión de las redes sociales. El papel de los diputados de Compromís, en especial de Mónica Oltra, hizo que la formación no tuviera problemas para saltar la barrera electoral en 2011 y convertirse en el tercer partido de la Comunidad Valenciana, desbancando a EUPV. En los úĺtimos años, Compromís ha seguido con su estrategia, basada en la denuncia de la gestión del PPCV, y además ha iniciado un proceso de convergencia de los tres partidos que forman la coalición para llegar a las próximas elecciones de 2015 como un partido unido. EUPV en solitario, de la mano de Marga Sanz, mantiene un electorado fiel. Según las encuestas, al igual que Compromís, crece hasta obtener en torno al 10 por ciento de los votos y probablemente será clave en la formación de gobierno en 2015.

Las elecciones de 2015

 La deuda acumulada por el Consell en las últimas dos décadas, unida a errores graves en la gestión de los asuntos públicos han hecho visibles los fallos del modelo de gobierno desarrollado por el PPCV. El cierre en directo de Canal 9, aumento de las listas de espera en sanidad, miles de estudiantes dando clase en barracones, pérdida del sistema financiero valenciano (CAM, Bancaja, Banco de Valencia) o el  aeropuerto sin aviones de Castellónson alguno de los ejemplos. En resumen, existe la percepción de que el PP valenciano ha perdido el control y esa sensación se refleja en las encuestas. Todas las publicadas recientemente presentan un escenario muy diferente al de 2011: el PP pierde la mayoría absoluta, el PSPV se estanca, Compromís y EUPV duplicán el número de votos y UPyD entraría en el Les Corts. En consecuencia, la idea de un Gobierno tripartito de izquierdas empieza a sonar con fuerza.

Además, por primera vez desde la desparición de Unió Valenciana, el voto de la derecha podría dividirse entre varios partidos, amenazando la hegemonía del PP entre el electorado conservador. Las encuestas apuntan a que UPyD podría conseguir representación parlamentaria llevándose a muchos de los votantes del PPCV, algo que ya pasó en las elecciones generales cuando Toni Cantó consiguió su acta de diputado nacional en noviembre de 2011. Además, la reciente presentación de Movimiento Ciudadano, con el apoyo de Francisco -la “voz” de la Comunidad Valenciana-, o del recién creado partido Vox, hace prever que en las próximas elecciones el electorado conservador tendrá, al menos, tres o cuatro formaciones para elegir.

¿Qué estrategia podría seguir el PPCV a partir de ahora? Los partidos de la oposición piensan que el PP no podrá frenar el desgaste y que cuanto más tiempo pase hasta las elecciones, mejor para ellos. Por otro lado, el PPCV es consciente de que la aparición de competidores a la derecha o al centro le están restando votos y que no podrá gobernar en solitario a partir de 2015. La pregunta que se tienen que estar planteando ahora mismo es si podrán gobernar de alguna forma (en coalición) o si dan por perdida la Generalitat. Probablemente, Fabra decidirá agotar la legislatura, a la espera de que la crisis amaine y la situación económica de la Comunidad mejore. Además, los malos resultados de la gestión de Fabra amenazan su liderazgo al frente del PP valenciano, ya de por sí débil, y hacen que empiecen a sonar otros nombres para la candidatura popular en 2015.

En definitiva, parece que los resultados de las elecciones de 2015 se juegan ahora en el terreno de la oposición. Los tres partidos son conscientes de que, salvo sorpresas, deberán gobernar juntos y que la estrategia del PP se centrará en promover el miedo al tripartito. El PSPV, Compromís y EUPV tienen un año y medio para demostrar que podrían gobernar juntos y para ello deberían empezar a actuar coordinadamente en temas que son clave para el electorado progresista, como la mejora de la educación o la lucha contra la privatización de la sanidad. En todo caso, deberán evitar ataques entre ellos, como ha pasado con anterioridad, y centrar su estrategia de diferenciación en las propuestas. En otras palabras, el PPCV, a falta de argumentos para defender su gestión, se dedicará a criticar la potencial gestión de un tripartito de izquierdas –como ya ha empezado a hacer-, situándose en el papel propio de un partido que ya da por asumido que no gobernará a partir de las próximas elecciones, al menos por méritos propios.

Las elecciones de mayo de 2015 se seguirán con atención en el  resto del estado: a nadie se le escapa que el resultado del Partido Popular en las generales del 2015 se verá muy condicionado por lo que pase en Valencia meses antes. ¿Supondrá Valencia el principio del fin de la hegemonía del PP a nivel estatal?

 

 

Navarra,ante un cruce histórico

La expansión del bloque vasquista podría cambiar el rumbo político de la Comunidad Foral después de 30 años

Texto escrito por @apuente

“Hemos estado a punto de hacer el ridículo transmitiendo que el adelanto electoral era inminente”. Patxi Zabaleta, líder del partido abertzale Aralar, me hizo esta confesión en mayo del año pasado. Durante la última primavera el run-run de un posible adelanto de las elecciones recorrió la Comunidad Foral. El gobierno de Yolanda Barcina se encontraba entonces en una situación delicada, asediado por los casos de corrupción ligados a Caja Navarra y en minoría parlamentaria desde que el PSN fuera expulsado del Ejecutivo al no plegarse al argumentario de UPN. Los duros reproches que todos los partidos de la oposición hacían al Ejecutivo Foral apretaban, pero el PSN no quiso llegar a ahogar apoyando una moción de censura.

Finalmente, Barcina no adelantó las elecciones. El caso de Caja Navarra fue archivado y para el fin del verano nadie creía que las elecciones se pudieran adelantar. Fue uno de esos espejismos que ocurren en los momentos de grandes cambios políticos, nunca lineales, en los que, cuando parece que se ha llegado al final, de pronto se observa que aún queda un buen trecho para alcanzar cumbre.

Navarra está en un cambio sin precedentes en su historia política reciente. Se intuye el final de la hegemonía de UPN pero, por si fuera poco novedoso, esto no ocurre debido a la pujanza del PSN sino por la capacidad de un bloque vasquista compartido a medias por Geroa Bai y Bildu. Un bloque que es deudor directo de Nafarroa Bai, un artefacto político que lenta pero irreversiblemente replanteó el mapa político foral. Según las encuestas, que en el caso de Navarra son pocas y de mala calidad, entre Bildu y Geroa podrían alcanzarse un número de escaños que rondarían los 20-22. Si unimos a Ezkerra, el eventual tripartito «progresista-vasquista» rozaría los 25. La mayoría absoluta en el Parlamento Navarro se obtiene con 26 diputados. Que semejante vuelco electoral sea, no ya probable, sino solo posible, abre un panorama desconocido en un territorio como el navarro, donde entre UPN y PSN han venido acaparando históricamente en torno a los 2/3 de la cámara.

¿Qué ha pasado para llegar a este drástico adelgazamiento de los partidos de poder tradicionales? En primer lugar hay que señalar el cambio político que supuso Nafarroa Bai. NaBai fue un partido que aglutinó a diversas marcas vasquistas con un amplio espectro en el eje izquierda-derecha, desde el PNV navarro hasta Aralar. Esta marca, que en un primer momento aprovechó el hueco dejado por la ilegalización de las formaciones abertzales herederas de Batasuna, funcionó como catalizador del cambio y supo ser flexible en dar una imagen suficientemente anti-establishment para recoger el voto desencantado de la política pero suficientemente sensata para actuar como voto de castigo a PSN y UPN.

El segundo gran factor es el comportamiento que la agrupación socialista ha mantenido las últimas tres elecciones. En 2007 entre socialistas y NaBai sumaron por primera vez más diputados que UPN: 24 contra 22. Un pacto entre ambas fuerzas podría haberle arrebatado la silla del ejecutivo foral al UPN, pero desde Ferraz se impuso no hacerlo, desatando una crisis en el seno de la federación con escisión fracasada incluida. La situación se repite en 2011, cuando los socialistas, tras cosechar el peor resultado de su historia, deciden ahondar en su postura contraria al cambio y apoyan a UPN, esta vez entrando en el gobierno. La fórmula bipartita UPN-PSN acabó estrepitosamente sin haber cumplido un año cuando la presidenta Yolanda Barcina destituyó a su socio de gobierno acusándole de desleal por haber alertado de un déficit oculto en las cuentas forales.

No menos importante es que esta concatenación de torpezas en el PSN coincidió con un momento en el que la derecha se fragmentaba, al no suscribir el PP su acuerdo tradicional para presentarse junto a UPN. En las elecciones de 2011 UPN y PP acuden por primera vez como listas diferentes, aunque consiguen una suma positiva: entre ambos obtienen 23 escaños, uno más que los obtenidos por la candidatura conjunta en 2007. Sin embargo, esto será difícil de repetir en las siguientes, habida cuenta del desgaste del PP en el ámbito nacional y de UPN en el foral.

Por último, no se puede olvidar el papel de la sociedad civil navarra. Esta última legislatura los movimientos sociales han sido especialmente fértiles hasta constituirse en una auténtica fuerza política en la calle. Fenómenos como la asociación Kontuz!, nacida para llevar a juicio a los responsables del expolio de Caja Navarra, el movimiento en torno a la privatización de las cocinas en el Hospital de Navarra, que ha hecho saltar un reguero de noticias en los medios estatales, o la fuerza demostrada por los sindicatos, sobre todo LAB, en la defensa de los profesores del modelo D tras el ataque de los medios de Madrid a cuenta de un informe de la Guardia Civil, son solo algunos ejemplos de la importancia que está tomando la sociedad civil en la Comunidad Foral.

Navarra, una comunidad periférica en el proyecto político español, en esta última legislatura ha ganado terreno en la agenda mediática al tiempo que imponía un calendario propio. Pero esto puede ser solo el principio: si el tripartito vasquista llegara a producirse, el pacto entre PNV y Bildu -imposible en la CAV- situaría a Navarra en el epicentro del proyecto político vasco, un lugar que hasta ahora ostentaba de manera simbólica pero jamás real.

¿Puede llegar a darse este terremoto? No es fácil en absoluto. Las inercias pesan mucho, más en la pequeña política como la de una comunidad con poco más de 300.000 votantes. Pero no es imposible, y eso solo ya es noticiable. Depende de la capacidad de los potenciales integrantes del tripartito para comenzar desde ya a construir un proyecto político común y de la generosidad que entre ellos tengan los potenciales participantes de este tripartito: Bildu, Geroa y Ezkerra. Los pactos, sin embargo, se diseñan el día después de las elecciones, y en Navarra la geometría está muy abierta. Lo que seguro se dilucidará en 2015 -si las elecciones llegan cuando tocan- es si el bloque vasquista, tras su momento de expansión, es flor de un día o de verdad marca un cambio de tendencia con enganche social.

Castilla-La Mancha:¿La baronesa breve?

Escrito por Ignacio Urquizu*  @iurquizu

En mayo de 2011, por primera vez en la reciente historia de la democracia, el Partido Popular se hacía con el gobierno autonómico de Castilla-La Mancha. Y no era una candidata cualquiera. La Secretaria General del PP, María Dolores de Cospedal, lograba convertirse en baronesa territorial mientras dirigía los designios del Partido Popular a nivel nacional. Como veremos a continuación, esto último no es una cuestión baladí.

Hasta la fecha, las victorias autonómicas del PSOE siempre habían sido por mayoría absoluta. En cambio, las elecciones generales eran otro cantar: desde 1996, el Partido Popular se había hecho con la victoria elección tras elección. Si nos detenemos en los comicios locales, sólo en 1995 el PP logró ser el partido más votado en la región.

Por lo tanto, desde hace 17 años, Castilla-La Mancha es una comunidad dual: mientras que en las elecciones generales ganaba el PP, en las autonómicas se imponía el PSOE. Pero, ¿cómo son sociológicamente los castellano manchegos para presentar este comportamiento?

 

La tabla 1 muestra la media ideológica en las comunidades autónomas, así como el porcentaje de ciudadanos de izquierdas en cada territorio. Para calcular ambos datos, he tenido en cuenta la escala ideológica 1-10, donde 1 es extrema izquierda y 10 extrema derecha. Si nos detenemos en la media ideológica, podemos ver que la región más progresista es Navarra y la más conservadora Castilla y León. En cambio, si el criterio es el porcentaje de personas que se definen a sí mismos como progresistas, la comunidad autónoma más de izquierdas es Navarra, pero la menos progresista es Canarias. Castilla-La Mancha se encuentra entre las más conservadoras, situándose por debajo de la media en progresismo. No obstante, su media ideológica nos dice que, como la gran mayoría de comunidades autónomas, este territorio se sitúa dentro del espacio centro-izquierda.

 

Estos primeros datos nos ayuda a entender parte de la dualidad de Castilla-La Mancha. Aunque de media se ubica en el espacio ideológico más próximo al PSOE, también es cierto que el porcentaje de ciudadanos progresistas es reducido y no llega al 25 por ciento. Ambos datos dan esperanzas a las dos principales fuerzas políticas.

Quizás algunos piensen que el eje izquierda-derecha es algo “antiguo” y hoy en día las etiquetas van más allá de estas dos categorías. La tabla 2 muestra como se ven a sí mismos los castellano manchegos según distintas categorías ideológicas. Conservadores y socialistas están empatados. Algo parecido ocurre con demócrata cristiano y progresista. La categoría socialdemócrata inclina la balanza hacia la izquierda, mientras que los que se identifican como liberales se convierten en el oscuro objeto de deseo, puesto que ellos pueden cambiar mayorías.

¿A quién votan los liberales? Según la encuesta postelectoral autonómica del CIS de mayo de 2011, en las elecciones autonómicas de 2011, el PP ganó al PSOE por 10 puntos en esta etiqueta ideológica. En cambio, en las de 2008, la ventaja fue para el Partido Socialista por algo más de 6 puntos.

Desde luego que la ideología y el voto de los liberales no son los únicos factores que explican la victoria de María Dolores de Cospedal. La política nacional tuvo mucho que ver. Cuando en el barómetro autonómico se solicitaba a los castellano manchegos que valorasen a su gobierno regional, la nota media era muy buena y las respuestas positivas superan a las negativas en 16 puntos, algo que no ocurría en el conjunto de comunidades autónomas.  Además, el Presidente Barreda tenía la confianza del 50 por ciento del electorado, cuando la media nacional de confianza en los presidentes autonómicos era del 35,5%. En la encuesta elaborada en su momento por Noxa, mientras Barreda sacaba un 6,1, Cospedal se situaba en el 4,8. Así, que todo eran parabienes para el gobierno autonómico.

Pero si se interrogaba a los castellano manchegos por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, las respuestas negativas superaban a las positivas en 38,1 puntos, ligeramente por encima de la media nacional. En cambio, el trabajo de oposición de Mariano Rajoy era mejor valorado en Castilla-La Mancha que en el conjunto de comunidades autónomas.

En definitiva, la región de Castilla-La Mancha es un lugar propicio tanto para victorias socialistas como victorias populares. La ideología de sus ciudadanos puede permitir ambos escenarios y los liberales parecen clave a la hora de definir la victoria. Quizás, el elemento más definitorio está en la política nacional. Hemos visto que una buena valoración de la gestión autonómica no fue suficiente para mantener el gobierno regional en manos del PSOE. Por ello, en el futuro, el enorme desgaste del PP a nivel nacional puede acabar devolviendo Castilla-La Mancha a los socialistas.

* Es profesor de Sociología en a Universidad Complutense de Madrid y colaborador de la Fundación Alternativas

Aragón: El laboratorio ideal para observar el poder dividido

Escrito por Julio Embid @julioembid

El mayor enemigo de los aragoneses son los aragoneses”. Francisco de Goya, pintor aragonés

Aragón es la cuarta comunidad autónoma con mayor extensión. Su tamaño es ligeramente superior al de los Países Bajos pero, puesto que somos cuatro gatos (1,3 millones), su densidad de población es de tan sólo 28 habitantes/km2 (en España son 93 habitantes/km2) y esto gracias a Zaragoza, la capital. Algunas comarcas de Teruel, como el Maestrazgo (3,1 habitantes/km2) o la Sierra de Albarracín (3,5 habitantes/km2), tienen una densidad de población similar a la de Mauritania (3,2) o a la del Oblast de Irkutsk (3,3) en Siberia Oriental. Sin embargo, para los politólogos es un territorio muy divertido. Su mapa político siempre ha estado fragmentado en 4-5 partidos y la multiplicidad de instituciones hace que nunca nadie sepa quién manda realmente o a quién le corresponde hacer determinada obra o determinada competencia. Desde las entidades locales menores y lugares, pasamos a los 731 excelentísimos ayuntamientos, los 32+1 consejos comarcales, sus tres diputaciones provinciales y su Diputación General de Aragón (DGA).

Solo cuatro ciudades tienen más de 20.000 habitantes y en una de ellas, Zaragoza, vive más de la mitad de la población regional. Mientras que en la DGA gobiernan PP y PAR, en el Ayuntamiento de Zaragoza gobiernan PSOE, CHA e IU. Por tanto, todos gobiernan y todos están en la oposición.

Desde la reinstauración de la democracia y la recuperación de las Cortes de Aragón y el autogobierno autonómico en 1983, llevamos ocho legislaturas en el Palacio de la Aljafería sin mayoría absoluta de ningún partido en solitario. No es probable que en las próximas elecciones pudiera llegar la primera. Tres son los partidos que han presidido la DGA: PSOE (4.5 legislaturas), PP (2 legislaturas) y PAR (1.5 legislaturas) y en todas ellas siempre el Partido Aragonés, PAR (regionalistas centro-derecha), ha estado en el gobierno, con la excepción del período entre 1993 y 1995, cuando los socialistas de Pepe Marco gobernaron con el apoyo de sus diputados, los de Izquierda Unida y un tránsfuga del PP llamado Emilio Gomariz. Así pues, el PAR, y su presidente desde el año 2000 José Ángel Biel, han servido como bisagra natural entre el Partido Socialista y el Partido Popular durante muchos años, gobernando con unos y con otros, mediante acuerdos postelectorales en los que se decidía no sólo el gobierno regional sino también las diputaciones provinciales, los ayuntamientos y los consejos comarcales.

Tras cada elección empieza el intercambio de cromos e instituciones entre los cinco partidos y, gracias a ellos, hemos visto alcaldes pertenecientes a la tercera fuerza política más votada, acuerdos en multipropiedad (dos años uno, dos años otro) e incluso gobiernos tetrapartitos. Eso no quiere decir que el sistema sea ingobernable; simplemente, unas instituciones ejercen de contrapesos con las otras. En esta legislatura (2011-2015) el bloque conservador formado por PP y PAR gobierna la DGA, las diputaciones de Zaragoza, Huesca, y Teruel, además de las ciudades de Teruel, Calatayud y Alcañiz. Por su parte, el bloque progresista formado por PSOE, CHA e IU gobiernan en la ciudad de Zaragoza, la diputación de Huesca, en Ejea de los Caballeros, Utebo y Barbastro. Y como cinco partidos parecían poco, se ve inevitable la llegada de un sexto partido, UPyD, a las instituciones.

Entonces, ¿podemos predecir qué pasará en 2015? Sí, que en invierno habrá nieve y el resto del año cierzo. ¿Quién gobernará? Pues el que tenga más cintura post-electoral, que no tiene por qué ser el que gane las elecciones.

¿Cómo son los partidos catalanes y cómo los ven?

En este gráfico podemos comparar la visión que tienen los ciudadanos sobre la ideología de los principales partidos de Cataluña con la que presentan en sus programas electorales:

Gráfico: Comparación del posicionamiento de los partidos en el eje ideológico y nacionalista según sus propios programas electorales y según los ciudadanos

Quisiéramos destacar 5 puntos:

1) El PSC es programáticamente más favorable a la descentralización de lo que creen los catalanes.

2) CiU y Ciutadans, partidos ubicados a la derecha por los ciudadanos, se acercan al votante medio presentando programas electorales de centro.

3) Ciutadans presenta un programa electoral más españolista que el Partido Popular, en contra de lo que creen los ciudadanos.

4) El partido más a la izquierda del Parlament es CUP, tanto si atendemos a su programa electoral como a la visión que tienen de este partido los catalanes. En cambio, lo ven más nacionalista de lo que reflejan sus propuestas, donde el eje ideológico izquierda-derecha tiene más peso que el debate territorial.

5) Las propuestas programáticas de Iniciativa y Esquerra encajan con la visión que tienen de ellos los ciudadanos, tanto en su ideología como en su grado de nacionalismo.

Euskadi:El Pacto PNV-PSE

Escrito por Oscar Rodriguez Vaz @rvoscar

Tras una serie de dolorosas derrotas electorales – municipales 2011, generales 2011 y autonómicas 2012 –, los máximos dirigentes del PSE-EE se conjuraron en los pasados procesos congresuales del partido hacia la regeneración del proyecto socialista en base a un giro a la izquierda, previa renovación de las ideas, el instrumento y las personas.Hubo quienes plantearon que no parecía razonable que este giro a la izquierda fuese a venir de la mano de un acuerdo con la derecha nacionalista vasca. Por más que se tratasen de destacar las propuestas avanzadas – que haberlas las hay – del acuerdo fiscal alcanzado en septiembre con el PNV, la ciudadanía progresista vasca – se decía – no percibiría de izquierdas y/o socialistas las políticas de un gobierno del PNV, y además, compartidas también por el PP.

La jefatura del PSE-EE no prestó atención a quienes cuestionaban la idoneidad de tal acuerdo, en clave de regeneración del proyecto socialista, y se lanzó a la opinión pública  el doble argumento de que “el PNV ha aceptado todas las propuestas socialistas” y “la oposición ha de ser útil”.Pero ciertamente, y a pesar de las consignas, el voluntarismo o lo que sea que llevó a adoptar tal posición política y argumental, el realismo se impone. El último estudio del Gabinete de Prospecciones Sociológicas, cuyo trabajo de campo se realizó un mes después de haberse firmado el acuerdo entre el PNV y el PSE-EE – con lo que ha habido tiempo para “vender” las bondades del mismo -, arroja un resultado claro: el PNV es el único partido que incrementaría su voto si hoy hubiese unas elecciones autonómicas (+1,7 puntos).

El acuerdo es la esencia de la política. Los partidos políticos representan diferentes «porciones» – sectores, intereses, ideologías,…- de la sociedad. De eso se trata, de lo contrario estaríamos ante un fraude. Pero cuando son capaces de renunciar a la defensa de una parte de sus respectivas «porciones», es cuando la política adquiere sentido. Especialmente en la actual coyuntura económica, y especialmente en Euskadi, donde lejos de ver la luz, tras la oscuridad que sigue proyectando el caso Fagor, parecemos estar aún en medio de un gran túnel.

En este sentido, tanto a la luz del último Sociómetro Vasco, así como de lo leído, visto y oído por uno mismo, parece evidente que el acuerdo suscrito en septiembre por el PNV y el PSE-EE es bueno, sobre todo, para el Gobierno Vasco y el partido que lo sostiene. No hay que olvidar que el lehendakari Urkullu y el PNV se lanzaron a gobernar con 27 de los 75 parlamentarios de la Cámara vasca y sin haber tejido acuerdo de estabilidad alguno, incumpliendo sus promesa electoral de conformar un gobierno «fuerte y estable». Y si como parece, el acuerdo tuviera proyección presupuestaria, podría dar al Gobierno Vasco el aire necesario como para afrontar toda la legislatura con la mayoría suficiente en los temas importantes.

Así pues, es obvio que a la militancia del PNV no le entusiasma el acuerdo con los, hasta hace cuatro días, cuasi enemigos socialistas; recuérdense si no las palabras de la presidenta del PNV en Bizkaia pidiendo a la militancia jeltzale «un lugar en sus corazones» para el acuerdo con el PSE-EE. Pero también es obvio que en los partidos toda hiel se transforma en miel si las encuestas acompañan. Y ya se ha señalado lo que dice el último respecto del PNV. Como también se ha indicado, el resto de las principales formaciones políticas pierden “cuota electoral”: 2,4 puntos el PP, 2 EHB y 3,5 el PSE-EE, única formación que perdería además un escaño que daría entrada a IU-Ezker Anitza en Álava.

En estos momentos, es difícil saber si estos resultados se deberán o no a la firma del acuerdo fiscal PSE-PNV o a otros factores, no hay datos suficientes en el ya mencionado estudio. Lo que sí parece tomar forma es la idea de que, tras su primer “annus horribilis”, el PNV podría estar comenzando a afianzarse al frente del Gobierno y la Lehendakaritza. Y esta no es una buena noticia para el resto de formaciones políticas, máxime si tenemos en cuenta que tanto Ardanza como Ibarretxe tardaron bastante más de un año en consolidarse como lehendakaris.

Para finalizar, desde una óptica progresista, el escenario es aún más preocupante para el PSE-EE. Dejando de lado el prometido giro a la izquierda, considero que lo que no le perdona la mayoría de su militancia y de “sus” electores de referencia es el incumplimiento de la promesa de renovación de personas, de instrumento y de ideas. Las personas, siguen las mismas en la cúspide de los ámbitos vasco y territorial. Sobre el instrumento o modelo de partido, en la reciente Conferencia del PSOE ni siquiera se han aprobado las primarias para la elección de la Secretaría General del Partido en sus distintos ámbitos. Y sobre las ideas, se sigue sin dar forma a una utopía para el tiempo en el que vivimos.

Pero es que, además de otras de carácter más estrictamente doméstico, hay una razón más que podría debilitar la posición de la socialdemocracia vasca a corto plazo. Y es que si el PNV cumple con otra de sus promesas electorales, dedicará la segunda parte de la legislatura a impulsar un nuevo estatus para Euskadi. Por tanto, a pesar del acuerdo de alto contenido socio-económico alcanzado con el PSE-EE, posteriormente, tratarán de pactar entre abertzales sobre «sus» temas. El PNV se verá obligado a ello porque, entre otras cosas, lo necesita para disputarle ese espacio a EHBildu, hoy por hoy, la segunda fuerza política en Euskadi. Pero esto da para otro artículo. Tiempo habrá.

La Rioja: Hegemonía conservadora y ¿Antivasquismo?

Escrito por  Pablo Simón @Kanciller

 Tras más de 30 años de historia, la evolución política de la Comunidad Autónoma de La Rioja puede enmarcarse dentro del patrón general de otras comunidades de vía lenta. Desde 1995, junto a otras autonomías como Murcia, Madrid o Valencia, La Rioja es una de las bases del poder territorial del Partido Popular. Menor en peso demográfico o económico que las otras, sin duda, pero una de sus baronías más apuntaladas. Pedro Sanz, presidente autonómico desde entonces y principal artífice de la hegemonía de los conservadores en la región, ha sabido construir en torno a su partido una coalición de hierro entre los sectores rurales conservadores, dispersos en pequeños pueblos, y las clases funcionariales/ profesionales de la capital, que concentra la mitad de la población de la Comunidad Autónoma.

Sin embargo, un aderezo nada desdeñable de esa alianza ha sido el agravio con el País Vasco, estrategia “rally ´round the flag” de manual. El conflicto por las vacaciones fiscales vascas y el efecto frontera – que hace que las empresas se instalen al otro lado del Ebro para pagar menos impuestos – han sido muy batallados en la comunidad. Han servido, en gran parte, como un instrumento para cohesionar a los votantes. Y aunque la vía jurisdiccional ha sido la recurrente, a veces la escalada ha llevado hasta situaciones críticas en extremo como la denegación de la asistencia sanitaria a los alaveses en los centros de salud riojanos. Algo que, por cierto, ha llevado a Pedro Sanz a tener conflictos con su propio partido.

A grandes rasgos la estructura de competición en La Rioja se basa en un sistema de dos partidos y medio. Sin embargo, a diferencia de otras regiones, el pequeño partido bisagra no es Izquierda Unida, que tan solo obtuvo representación en 1995 con dos escaños (de los 33 del Parlamento). El “medio partido” que predomina en la esfera riojana es el Partido Riojano, antes Partido Riojano Progresista. Este partido se fundó en 1983 por Rodríguez Moroy, un antiguo miembro de la UCD que no llegó a entrar en el CDS y decidió presentarse con sus propias siglas. De hecho, su actual líder, González de Legarra, fue de las juventudes de UCD antes de ser elegido presidente de su partido en 1991, lo que señala el vínculo con la extinta formación centrista.

El PR ha obtenido de manera ininterrumpida dos escaños desde que existe la comunidad autónoma, con lo que no se puede hablar de un cleavage territorial más allá de cierto regionalismo de baja intensidad. Y aunque desde 1995 el PP encadena mayorías absolutas, en el pasado los regionalistas fueron decisivos para formar gobiernos. En 1987 el PSOE solo ganó por un escaño de diferencia a Alianza Popular en un parlamento en el que el CDS también obtuvo representación. Sorpresivamente, AP pudo formar un gobierno en minoría con la abstención de este último partido y el apoyo puntual del PR. Sin embargo, tras casos de transfuguismo e inestabilidad parlamentaria, en 1990 el PSOE ganó una moción de censura apoyada por los propios regionalistas. PSOE y PR lograrían sumar para gobernar en coalición la legislatura de 1991 a 1995.

Entre 2007 y 2011 también hubo una coalición entre PSOE y PR, solo que esta vez fue en Logroño. Por primera vez desde que Pedro Sanz era presidente hubo alternancia en la ciudad más importante de La Rioja con un alcalde socialista. A efectos prácticos ello supuso una tensión permanente entre ambos niveles de gobierno. El gobierno autonómico, ejerciendo de diputación, controla una parte importante del presupuesto de las entidades locales y ha empleado esos recursos instrumentalmente para insistir en “las bondades” de tener al mismo partido en ayuntamiento y comunidad. Sin embargo, Logroño era una ciudad de suficiente entidad como para convertirse en un contrapoder efectivo al gobierno autonómico y podía acceder a recursos desde el gobierno nacional, también de color socialista.

Las pasadas elecciones de 2011 pusieron un fin abrupto a cualquier horizonte de posible cambio de ciclo. El Partido Popular ganó ampliamente en todas las cabeceras de comarca, incluyendo la capital. De hecho, en el propio consistorio de Logroño tan solo obtuvieron representación PP y PSOE, dado que las otras cuatro fuerzas restantes (PR, Ciudadanos, IU y UPyD) se quedaron debajo del 5% mínimo. Además, el PR pactó con el Partido Popular los gobiernos de dos ciudades importantes, Arnedo y Santo Domingo, demostrando que es un partido fuertemente autónomo a nivel local. Por último, el PP pasó de 17 a 20 escaños, acrecentando su margen con un PSOE estancado desde su derrota y constatando que en La Rioja el tsunami popular se sumó a una marea azul que ya estaba bastante alta.

Mientras tanto, el PSOE se ha caracterizado por estar sumido en discrepancias internas al menos desde las pasadas elecciones locales. Francisco Martínez Aldama, su candidato en las últimas tres convocatorias, tuvo que confrontar en 2011 un intento de primarias desde el sector crítico de su partido. Tras las pasadas Elecciones Generales Aldama se retiró al senado. Ahora el secretario general de los socialistas riojanos es César Luena, diputado en el Congreso y cercano a la actual ejecutiva federal de su partido. Sin embargo, las tensiones internas no han cesado tras su elección. Hasta tal punto han llegado las luchas intestinas que Luena llegó a disolver recientemente la agrupación de Logroño, crítica con el nivel regional, y constituir una gestora.

En el futuro, a tenor de las encuestas, es probable que aumente la pluralidad política en municipios y parlamento autonómico. La barrera electoral autonómica es del 5%, la misma que las locales, y en superarla se centran todos los esfuerzos de IU y UPyD. De momento, las encuestas parecen señalar que lograrían colarse en el Parlamento. Sin embargo, la llegada de estos nuevos partidos no parece que fuera a comprometer la acomodada mayoría absoluta del partido popular. El resultado previsible para 2015 sería una mayor fragmentación de la oposición en el parlamento de La Rioja, comunidad que indefectiblemente ha avalado al Partido Popular como la fuerza hegemónica en la región.

UPyD como partido de gobierno:La experiencia asturiana

Escrito por Ramón Mateo @ramonmateoes 

Las encuestas pronostican una entrada masiva de UPyD en la mayoría de los parlamentos autonómicos de España. La pérdida anunciada de poder electoral de los dos grandes partidos PP y PSOE, convertirá a UPyD en un potencial socio de coalición decisivo para la formación de gobierno en muchas de estas CCAA. Hasta ahora sabemos muy poco sobre cómo se comporta este partido cuando tiene la responsabilidad de formar parte  un gobierno o tiene un pacto de gobernabilidad. Sólo había una experiencia a nivel autonómico en el estado español, el principado de Asturias y ha durado alrededor de un año y medio. El laboratorio de Asturias puede ser sintomático de qué actitud cabe esperar de este partido cuando pasa de la oposición a compartir responsabilidades de gobierno.

El 25 de marzo de 2012 se celebraron en Asturias las segundas elecciones autonómicas en menos de un año. El entonces Presidente Francisco Álvarez Cascos tuvo que adelantarlas ante la incapacidad de su partido, Foro Asturias, para aprobar los presupuestos autonómicos. El PSOE recuperó la primera posición en número de escaños, Foro pasó a ser la segunda fuerza parlamentaria, seguida de cerca por el Partido Popular, y algo más alejada, por Izquierda Unida. Sin embargo, la principal novedad de estas elecciones vendría protagonizada por la entrada en el Parlamento asturiano de un diputado de Unión, Progreso y Democracia. Este hecho no sólo era reseñable por tratarse Asturias de la tercera Comunidad Autónoma, junto con el País Vasco y Madrid, en la que UPyD adquiría presencia institucional, sino porque su diputado rompía el empate a escaños entre los dos bloques ideológicos antagónicos del Parlamento Asturiano. FAC y el PP sumaban los mismos representantes que PSOE e IU, 22.

El 18 de mayo de 2012 la FSA-PSOE y UPyD procedieron a la firma conjunta de un «Acuerdo de Legislatura para garantizar un gobierno estable y eficaz en Asturias», después de que IU ya hubiera dado su apoyo al nuevo Presidente socialista. El Acuerdo de Legislatura se basaba en tres pilares. El mantenimiento de la estabilidad política tras la efímera legislatura anterior, una gestión prudente de las finanzas públicas y  la adopción de una serie de políticas de regeneración democrática. Entre estas destacaban la creación de una Comisión de investigación sobre el conocido como “caso Marea” –un caso de corrupción que salió a la luz en las etapas finales del anterior ejecutivo socialista–, la limitación de la libre designación en la administración asturiana, la elaboración de un estudio para la reordenación del mapa local asturiano y, sobre todo, la reforma del régimen electoral autonómico.

El pilar de la regeneración democrática ha sido sin duda en el que más empeño ha puesto UPyD. La presente legislatura asturiana pone de manifiesto cómo una mayor pluralidad puede contribuir a una mejora en el desempeño de la práctica parlamentaria. La mayor presión competitiva entre unas formaciones políticas genera incentivos para definir y diferenciar su discurso más allá de los nichos ideológicos habituales e incrementar sus contactos con la sociedad civil y la rendición de cuentas frente a los ciudadanos. En Asturias se ha traducido, por ejemplo, en la ausencia de inadmisiones a trámite de iniciativas parlamentarias por razones de interpretación política, o en el hecho de ser el único parlamento autonómico en el que, de manera ininterrumpida, semanalmente se reúne la Junta de Portavoces y se celebran sesiones del Pleno. Aunque, probablemente ningún episodio representa de manera más ilustrativa la labor institucional de UPyD en Asturias como el de la reforma electoral. A tal efecto, el 31 de octubre de 2012 se constituyó una Comisión de estudio, cuyos trabajos se extenderían hasta bien entrado el año siguiente y en la que se contaría con la participación de expertos y académicos. Finalmente, el 26 de julio de 2013 se producía la aprobación del dictamen definitivo de la Comisión con los votos favorables del PSOE, IU y UPyD.

La propuesta contemplaba el mantenimiento de las tres circunscripciones electorales, tal como solicitaba el PSOE en contra del criterio inicial de IU y UPyD, con mecanismos alternativos para garantizar la igualdad y la proporcionalidad del voto. Asimismo, incorporaba el desbloqueo de las listas electorales por medio del voto preferencial, así como la elección de los cabezas de lista mediante elecciones primarias. Además, también se contemplaban medidas novedosas para facilitar el ejercicio del voto e incrementar la información de los electores como debates electorales, el voto anticipado, el desarrollo del voto electrónico para los electores residentes en el exterior o el mailing centralizado de papeletas y propaganda electoral.

La importancia de la propuesta aprobada trascendía el ámbito autónomo asturiano, pudiendo ser así un referente de futuras reformas electorales. Las modificaciones contempladas han sido valoradas como un intento ponderado, prudente y avalado por la evidencia de los países de nuestro entorno, de mejorar los mecanismos del sistema electoral vigente sin alterar los fundamentos del mismo. La reforma electoral finalmente quedó plasmada en un proyecto de ley que fue registrado en el Parlamento asturiano el pasado 3 de octubre con la firma del PSOE, IU y UPyD. Unas semanas más tarde, tuvo lugar la toma en consideración de la reforma, que al anunciarse que no sería apoyada por ninguna de las formaciones de la derecha, resultó rechazada con el voto en contra del PSOE y con los únicos votos favorables de IU y UPyD. Pocos días después, coincidiendo con su 2º Congreso Nacional, UPyD consideraba que la decisión del PSOE daba por roto el Acuerdo de Legislatura. Casi paralelamente Izquierda Unida también confirmaba la ruptura del pacto presupuestario que hasta entonces mantenía con los socialistas.

La experiencia de la reforma electoral ejemplifica hasta el momento la vocación y las prioridades que motivan la actuación política de UPyD cuando se convierte en actor de gobierno. Hasta la fecha se ha mostrado como una formación capaz de actuar con responsabilidad institucional, de negociar iniciativas de carácter económico y presupuestario, introducir sus asuntos de interés en la agenda política, y de propiciar acuerdos con los que impulsar aquellas propuestas que, como en el caso de la reforma electoral, constituyen sus señas de identidad como partido político. Pero también ha demostrado como es capaz de dejar en segundo plano la gobernabilidad si no se respetan los compromisos y acuerdos alcanzados, dejando en posición de minoría y debilidad al gobierno del que formaba parte como socio parlamentario. Es una señal que tendrán que tener en cuenta en el futuro próximo los partidos que recurran a esta formación para llegar a acuerdos de gobierno.