Reflexiones desde mi Confinamiento I
Asun Ibáñez, Directora Académica de iNNoVaNDiS (Título Propio de Especialización en Innovación y Emprendimiento)
El pasado 14 de marzo del 2020 el Gobierno de España declaró el estado de alarma.
Mi hija estaba estudiando en UK y yo pensaba que allí estaba más segura (por eso de los prejuicios que me hacían pensar que el Reino Unido es un país “más avanzado” que España). En ese momento empezamos a escuchar la maravillosa idea de Boris Jonhson de combatir al virus con la estrategia de la inmunidad del rebaño y empezamos un periplo, contra reloj, para que volviera a casa lo antes posible. Desde el domingo hasta el lunes a la tarde, que llegó sana y salva, fueron horas intensas de incertidumbre y miedos, pero a partir de ese momento, sabiendo que toda mi familia y seres queridos estábamos bien de salud, no ha pasado un solo día en el que no de gracias por lo afortunados que somos.
Desde mi confinamiento intento no ver la televisión, sólo un teleberri diario y las primeras noticias de la radio para mantenerme informada pero sin contaminar, porque sí, no sólo el covid-19 se contagia, también lo hace, incluso de una manera más violenta, la desesperanza, el miedo, la rabia o el “gilipollismo”. También he intentado que en mis grupos de whatsapp no se filtre el “mal rollismo”, el catastrofismo y la crítica constante a todo lo que están haciendo las personas que están dando la cara por nosotrxs en las diferentes áreas de actividad que se están desarrollando en el momento presente. El 18 de noviembre de 2018 lo explicaba muy bien Manuel Vincent en su columna “Líderes”: “[…] existen dos Españas, no la de derechas o de izquierdas, sino la de los políticos nefastos y líderes de opinión bocazas que gritan, crispan, se insultan y chapotean en el estercolero y la de los ciudadanos con talento que cumplen con su deber, trabajan y callan”. En el primer grupo yo también incluiría a lxs ciudadanxs que se dejan crispar y juzgan las actuaciones del otro grupo como si ellxs fueran capaces de hacerlo mejor, en el mismo tiempo, con los mismos recursos y la misma información, que ya sabemos que “a toro pasado todo son Manoletes”…
Karl Rahner dice que la vida nos la jugamos en los rincones grises de lo cotidiano. Fue Manolo Magdaleno quien me llevó a hacer esa reflexión hace ya unos años: que todxs somos ángeles y diablxs, y que es, en estos momentos de crisis, cuando dejamos al descubierto cuál de ellxs se esconde en lo más profundo de nuestro ser. Estoy descubriendo la capacidad y generosidad de un montón de gente, y la necedad y egoísmo de otra tanta.
También fue Manolo Magdaleno quien me mostró el Eclesiastes 3, que nos recuerda que hay un tiempo para todo. Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo. Estaría bien que todxs, antes de criticar, juzgar o exigir algo, nos preguntásemos “¿es el momento?”. Probablemente no, probablemente, ahora, no es el momento.
La vida está llena de “noes” y, para todos ellos, todxs tenemos miles de buenas argumentaciones. Lo que es más difícil es identificar los “cómo sís” para cada uno de ellos. Y es que no hay situaciones positivas para quienes sólo ven lo negativo. Estaría bien que aprendiésemos en dónde debemos enfocarnos. Yo he decidido enfocarme en mi revolución (canción de 4 pesos de propina):
Hoy la pelea que doy
Es quererme más
Hoy el grito que doy
Es silencio
Hoy te pido perdón
Si te lastimé el corazón
Hoy no quiero lo que me hace mal
Lo oscuro del juego
Hoy que es tiempo de sanar
Las heridas del tiempo
Hoy que pronto será ayer
Regálate el momento
Hoy pude ver quien soy
Conocerme más
Hoy que el veneno
Encontró su remedio
Hoy me doy el perdón
Si me lastimé el corazón
Hoy vale más despertar
Que soñar en este juego
Hoy que es tiempo de sanar
Las heridas del tiempo
Hoy que es tiempo de ser luz Esa es mi revolución
Llenar de amor mi sangre
Y si reviento
Que se esparza en el viento
El amor que llevo adentro
Esa es mi revolución
El confinamiento fue muy duro, yo pensaba que me volvía loca..