27 de octubre. Domingo de la XXX semana del tiempo ordinario
Vivimos en una sociedad que nos satura de ruido y de imágenes cuyo resultado es que estemos ciegos ante algunos aspectos de la realidad. Estas distracciones hacen que naveguemos sobre la vida en lugar de profundizar en ella.
La persistencia de Bartimeo nos enseña la importancia de elevar nuestra voz y pedir ayuda cuando la necesitamos. Al igual que él, podemos encontrar caminos de plenitud y libertad acercándonos y llamando a Jesús con insistencia.
Decíamos que somos ciegos en algún aspecto de nuestra vida, y por tanto necesitados de la luz. La pregunta es: ¿Tenemos el coraje de gritar como él, de soltar nuestros «mantos», de expresar nuestro deseo más profundo ante Jesús y a los que nos rodean? Feliz domingo.