Lecturas: 6 de abril Lunes Santo
En esto de la Semana Santa, siempre jugamos con ventaja, todos los años la afrontamos con el spoiler de que Jesús ha resucitado. El hecho es que con esto del coronavirus vamos conociendo cada vez más casos de personas que van falleciendo y ciertamente en número significativo. Con ellos nos damos cuenta que ya no los tenemos y en muchos casos ni hemos podido despedirnos de ellos no hacer un funeral para comenzar el necesario duelo.
Son muertos que se acumulan como números, como se amontonan en las morgues, pero han sido personas con historias llenas de vida que en algún modo se desvanecen y parece que desaparecen del horizonte envueltos en dispositivos asépticos. Pero nuestro corazón no es aséptico, nuestro corazón se duele, siente el vacío, siente el miedo, la impotencia y a la vez la fragilidad que no se desvanece, sino que permanece.
Los cristianos, con esto de la resurrección, podemos ayudar(nos) a partir de la experiencia de fe que fundamenta nuestra esperanza, a modo de spoiler intuido. Tenemos la esperanza de, que en algún modo, los desvanecidos los tendremos siempre. Que con la ayuda de la imagen del banquete del Reino esperamos que volveremos a juntarnos y que nos digamos lo que nos dice Jesús resucitado: estaré siempre con vosotros.