11 de mayo, Miércoles IV semana de Pascua
La luz y la oscuridad han sido y son modos de hablar de sobre nuestros estados vitales. Obviamente la luz sería lo más vitalista, y la oscuridad aparecería con menos vida. Sólo que en la vida luz y oscuridad se mezclan constantemente y necesitamos discernir la luz de la oscuridad.
Jesús viene como luz a la experiencia de fe. Viene como luz a aquellas personas que no encuentran esperanza, que viven en las oscuridades de la vida, aquellas personas que no terminan de creer en que Dios está cerca.
Hoy podríamos parar dos minutos para ver cómo estamos de luz. Una posibilidad se trataría de descubrir aquellas dimensiones de mi vida que necesitan más luz por lo que sea. Es una ocasión también para ser una suave luz que ilumine a los que tenemos cerca. Feliz martes.