25 de septiembre. Domingo de la XXVI semana del tiempo cordinario
Cuando nos agarra algo como la riqueza es muy difícil entrar en caminos de conversión. Se trata de una adicción tan letal como la droga. La libertad se ve tan mermada que la vida se va achicando hasta tal punto que nos podemos convertir en una especie de Gollum a la vez que acariciamos el anillo, mientras dice «Mi tesoro».
El Evangelio por un lado es camino de libertad, libertad para el rico, pero también libertad para el pobre Lázaro. La vida del pobre genera tal inhumanidad que hasta los perros se apiadan de él. El Evangelio es la invitación a la justicia.
En general todos solemos tener una cajita bien guardadita que es nuestro tesoro. Es ese ámbito en el que no nos convenzarán porque estamos muy agarrados a ello. Nos justificaremos y autoengañaremos, pero en el fondo sabemos que no tenemos libertad sobre ello. Hoy podemos descubrir nuestros espacios de libertad para que se amplie a toda nuestra vida. Feliz domingo.