23 de julio, miércoles XVI del tiempo ordinario. Santa Brígida, religiosa, patrona de Europa
En un mundo que premia la productividad inmediata, a menudo se nos olvida que los procesos vitales requieren tiempo, raíces y cuidado. Nos sentimos exigidos a rendir sin pausa, aunque estemos desconectados de lo que nos da sentido. La prisa puede secar incluso los mejores talentos.
El Evangelio de hoy nos recuerda que solo desde la relación profunda nace lo fecundo. Jesús se presenta como la vid verdadera, y nosotros como sarmientos que, unidos a él, podemos dar fruto abundante. Permanecer no es estar quietos, sino vivir en comunión con lo que nutre la vida.
Podríamos preguntarnos por dónde están nuestras raíces y con qué savia nos alimentamos. Aprendamos a podar lo que no da vida, para fortalecernos en lo importante. Tratemos de mirar a los frutos que transforman el mundo. Feliz miércoles.
