20 de septiembre, sábado de la XXIV semana del tiempo ordinario.
Vivimos en una época donde el acceso a la información es ilimitado y, sin embargo, el conocimiento profundo parece cada vez más escaso. Acumulamos datos y opiniones, pero pocas veces nos detenemos a descubrir lo que da sentido y orientación a nuestra vida. Saber no siempre es comprender.
La parábola del sembrador recuerda que conocer los misterios del Reino no es acumular saber, sino acoger con apertura lo que transforma el corazón. Quien se queda en la superficie se pierde el tesoro escondido, mientras que quien guarda con paciencia la semilla descubre la riqueza que madura en el tiempo.
Abramos nuestra mirada para aprender a reconocer lo que está más allá de lo evidente. Cuidemos lo que nos ayuda a crecer y nos invita a compartir esperanza. Hagamos de nuestra vida un espacio donde los misterios de lo esencial puedan desplegarse y dar fruto abundante.
