24 de enero, Miçercoles III Semana Tiempo Ordinario
En esta sociedad del autorrendimiento queremos que todas nuestras inversiones produzcan el ciento por uno. Por eso nos estafan, nos engañan y entramos en dinámicas en las que nos regalan el oro y el moro; pero resulta que luego no es así.
EL Reino se parece al sembrador. No todo rinde igual, pero todo depende de la magia de la tierra, de la magia del Reino que hace brotar los ranos para que den fruto abundante, o a veces no fructifiquen. Se trata de caer en la ceunta de que el grano por sí mismo no es nada.
Hoy podríamos fijarnos en la tierra en la que estamos plantados y descubrir que fruto podríamos dar confiando en Dios. Se trata de quitar estorbos y dejar que Él y su modo especial de hacer nos transforme para que demos fruto abundante.