10 de noviembre, Jueves de la semana XXXII del tiempo ordinario
A veces vivimos a tal velocidad que no nos enteramos de lo que vivimos. Nos volcamos en lo que hay que hacer, nos atascamos en lo que pasó, pero la realidad es que no nos situamos en el aquí y ahora.
En tiempos de Jesús había mucha expectativa mesiánica, que alguien viniera y lo arreglara todo. Eso les (nos) impedía ver lo que ya estaba presente del Reino. Los discípulos no sólo tienen que tener ojos para la vida eterna, sino que sobre todo tienen que tener ojos y ver en la vida terrena.
Los signos del Reino de Dios sabemos que son los signos del amor. Hoy se trataría de volver a mirar esos signos de amor entre medio de nosotros. No serán señales espectaculares, sino al modum suavissimum nos van trabajando día a día. Feliz jueves.