4 de agosto, lunes, XVIII del tiempo ordinario
En nuestros modos de vida nos puede invadir la sensación de que no llegamos lo suficiente para cambiar las cosas. Falta tiempo, faltan recursos, faltan fuerzas. Como si, ante tanto por hacer, nuestra aportación siempre fuera poca cosa.
También los discípulos pensaron que aquello de los cinco panes no daba para más. Pero Jesús les invita a ofrecer eso pequeño, sin rendirse al escepticismo. Porque a veces lo imposible empieza justo donde uno decide confiar y compartir.
La humanidad necesita ya de cambios y, por tanto, necesitamos que no nos paralice la escasez ni el cálculo. Atrevámonos a poner sobre la mesa lo que somos y tenemos. Quizá ahí nazca una abundancia inesperada que aún no somos capaces de imaginar. Feliz lunes.
