23 de enero, Lunes de la III semana del tiempo ordinario
En la vida, por desgracia no nos faltan demonios. Tenemos los demonios propios (miedos, perezas, resistencias,…) y luego están los que purulan por ahí montando guerras, generando desigualdades y haciendo víctimas a un lado y a otro.
Jesús expulsa a los demonios, pero se encuentra con el demonio de lo religiosos que le acusa a Jesús mismo de demonio. Jesús responde mirando al Espíritu Santo, como aquel que nos ayuda a recorrer caminos nuevos contra el mal.
Hoy podríamos abrir nuestro corazón al Espíritu Santo. Aquel que nos ayude e inspire a entrar en la vida por el Reino en lugar de combates estériles. Se trata de evitar que los demonios actúen en nosotros para dejarle sitio al Espíritu. Feliz lunes.