Lecturas 4 de octubre. Domingo XXVII tiempo ordinario
Esto de los milagros a veces se convierte en un terreno resbaladizo, especialmente en un tiempo y cultura en el que somos escépticos de todo. Pensemos el milagro como algo disruptivo, como algo nuevo que nos abre a la Buena Noticia.
El Evangelio nos habla del milagro patente de descubrir la valía de la piedra que todos desecharon. Nos apunta a cómo la codicia y el egoísmo descartan y asesinan a los co-poseedores de la viña.
El milagro patente se da cada día en muchos lugares. Hablo del milagro de la vida que nace cada día, hablo del milagro de aquellas que cuidan a los enfermos, hablo del milagro de salir adelante un día más, hablo del milagro del amor que alimenta la esperanza. Ver mi vida es reconocer un milagro patente.