Lecturas 17 de noviembre. Martes XXXIII Tiempo ordinario.
Vivimos en un mundo lleno de condenas. La mitad del mundo se dedica a criticar a la otra mitad del mundo por lo que sea, por su ropa, por su género, por su orientación sexual, por su religión, por su procedencia, por su moral, por su cuerpo, por su opción política, por la crianza de la prole, por su actitud ante el COVID19,… El asunto es criticar y condenar.
Jesús rompe la espiral del etiquetado de pecador, y entra en casa de uno de ellos para escándalo de muchos. Bajo la idea de etiquetar a alguien de pecador, no está su recuperación, sino la condena y el apartamiento. Jesús al comer con Mateo consigue lo que años de condena no lograron, que restituya el daño hecho, que reconozca su mala acción; pero sobre todo reintegrar al apartado.
En estos tiempos grises y pandémicos tenemos la boca y el corazón preparados para condenar y señalar a los que creemos que hacen mal. Pero hoy, más que nunca necesitamos de personas que hablen de buena noticia, necesitamos de personas dispuestas a tender puentes y acercarnos al otro diferente. Hoy más que nunca necesitamos de personas como Jesús que coman con nosotros y celebremos que hoy ha sido la salvación de esta casa.