Lecturas 25 de septiembre. Sábado XXV semana tiempo ordinario.
Suele haber sucesos en los que se nos presentan a personas que suscitan la admiración general. A veces el motivo es un hecho heroico, otras veces un momento entrañable, una gesta deportiva. Pero en algún modo se trata de mostrar lo bueno del ser humano.
El Evangelio afirma que Jesús era objeto de admiración general, con lo que se subraya como la gente se quedaba con una parte de su propuesta. La gente quería el lado milagrero y molón de Jesús, pero ni los discípulos querían oír ni entender todo lo referido a la cruz.
Hoy puede ser un día para reconocer nuestra admiraciones. ¿A quién admiramos, y por qué motivo admiramos? Es un mecanismo que nos ayuda a reconocer lo que queremos que san modelos para nuestra vida. Feliz sábado.
No se si tiene sentido admirar a alguién porque es posible que no tenga mérito por sus virtudes, simplemente le han venido dadas por la naturaleza.
Dadas por la naturaleza y/o por Dios.
En la actualidad lo peor es que con bastante frecuencia lo que se hace es admirar los defectos y no las virtudes, precisamente.
Y los países suelen exportar unos a otros, con éxito, lo peor de sus culturas. Y eso se nota en muchos de quienes son los referentes actuales, básicamente unos mediocres.