10 de octubre, viernes de la XXVII semana del tiempo ordinario
Vivimos en un tiempo de fragmentación y polarización constante, con opiniones enfrentadas, redes que amplifican la división y comunidades que se rompen por pequeñas diferencias. Esa fractura exterior refleja también la que muchas veces habitamos dentro, entre lo que pensamos, sentimos y hacemos.
Jesús recuerda que todo reino dividido contra sí mismo está condenado a caer. Su palabra invita a reconocer las fuerzas que nos dispersan y a abrirnos al poder de Dios que unifica, sana y reconstruye desde dentro. Solo el amor vence la fragmentación.
Necesitamos vivir con la coherencia que da paz y fortalece los vínculos. Intentemos unir lo que está roto; como pueden algunas relaciones, decisiones o proyectos. Hagamos de la unidad una forma de resistencia frente a todo lo que divide y destruye. Feliz viernes.
