Ser cristiano no significa ser ingenuo. En una sociedad compleja como la nuestra encontramos muchos astutos creando toda serie de artificios para sus objetivos. Solo tenemos que mirar a las grandes corporaciones en cómo aplican estrategias e inteligencia para sus negocios.
Jesús nos pone el caso de un administrador no tan fiel. En él a veces nos podemos ver reflejados cada uno de nosotros, porque no hemos administrado todos nuestros dones al favor del Reino. Pero la propuesta no es la culpabilización, sino el uso inteligente de estos dones.
La contraposición de hijos del mundo y de la luz nos pone el contraste que a veces vivimos entre cómo debieran de ser las cosas y cómo son. Pero me temo que la cosa no consiste en contraponerlas y diferenciarlos más, sino que los de la luz sean capaces de iluminar a los de este mundo. ¿Quieres ser luz?