Luz que transforma

Este confinamiento, encierro o cómo queramos llamarlo, tiene algo de paso por el desierto. Un tiempo en el que nos vamos quitando capas y que nos lleva a lo fundamental, es decir a lo que es fundamento de nuestra vida. Pero en el desierto nos podemos perder y necesitamos de luz en esta oscuridad que nos ilumine, que nos inspire y que nos aliente. En nuestra tradición cristiana esa luz siempre ha sido Jesús, cuya vida, cuya palabra, cuya memoria ha servido y hoy sirve de luz para iluminar nuestras caminos.

Lecturas: domingo 22 de marzo (4ª semana de Cuaresma)

Comentario

Hay encuentros que nos transforman y otros nos dejan igual. Las lecturas de hoy nos hablan precisamente de los que transforman. Un ejemplo es el ciego de nacimiento que aparece en el Evangelio. Alguien a quien el encuentro con Jesús le cambió, le devolvió la vista, y con la vista cambió también su fe. El caso de David en la primera lectura es otro ejemplo, un pastor anónimo que gracias al encuentro con Samuel se convirtirá en el Rey más famoso de Israel. Y el tercer caso lo encontramos en Pablo, que narra cómo gracias al encuentro con Cristo, se transforman las vida de aquellos que caminan con su luz y obrando el bien.

En un contexto en el que nos es difícil tener encuentros nuevos, tenemos una ocasión estupenda de hacer memoria de aquellos que nos han transformado, que nos han cambiado la vida. Podemos hacer una memoria agradecida y una oración por esos encuentros ya tenidos, y preparar el corazón para los nuevos encuentros y experiencias que podamos tener para ser capaces de cambiar a algo nuevo tal y como lo hizo el ciego de nacimiento.

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