1 de agosto,viernes XVII del tiempo ordinario
A menudo juzgamos demasiado rápido a quienes conocemos bien. Nos cuesta creer que alguien cercano pueda sorprendernos o enseñarnos algo nuevo. La familiaridad puede volverse un obstáculo para reconocer el valor del otro.
Jesús, conocido como el hijo del carpintero, no fue aceptado por los suyos. Su origen sencillo les impidió ver la profundidad de su sabiduría y el alcance de su misión. La falta de apertura les cerró también al milagro.
Hoy podríamos tratar de mirar con ojos nuevos a quienes tenemos cerca. Venzamos prejuicios, abramos el corazón y dejemos espacio a lo inesperado. Tal vez lo extraordinario nos espera justo en lo cotidiano. Feliz viernes.
Permitámonos mirar con ojos nuevos a quienes tenemos cerca. Venzamos prejuicios, abramos el corazón y dejemos espacio a lo inesperado. Tal vez lo extraordinario nos espera justo en lo cotidiano.
Permitámonos mirar con ojos nuevos a quienes tenemos cerca. Venzamos prejuicios, abramos el corazón y dejemos espacio a lo inesperado. Tal vez lo extraordinario nos espera justo en lo cotidiano.
