20 de octubre, Jueves XXVIII, tiempo ordinario
Hay situciones en las que parece que Dios nos ha olvidado. Desastres humanitarios con demasiadas víctimas y donde surge la pregunta por Dios. A su vez, también, podemos hablar de un olvido mutuo en la que nosotros mismos nos olvidamos de Dios en medio de esta vida anestesiada por un cierto confort.
El Evangelio es una invitación a la confianza en tiempos de dificultad. La vida siempre se presenta con aristas y nos muestra nuestras fragilidades. Es en ellas cuando la invitación a confiar y a sostenernos con fe se hace más necesaria.
Decir que Dios no se olvida de nosotros es una afirmación de fe, pero que puede tener su correlato en aquellas personas que no se olvidan de nosotros. A través de estas personas podemos sentir que nunca estamos sólos y de vez en caundo podríamos agradecérselo. Feliz viernes.