Vivimos en un mundo que anhela esperanza. Las noticias nos hablan de conflictos, desigualdades y soledades, y puede parecer que la tiniebla intenta imponerse. En medio de esta realidad, el día de Navidad nos recuerda algo esencial: hay una luz que nunca se apaga, una presencia que no nos abandona.
“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”: este es el corazón de la Navidad. Dios se hace cercano, entra en nuestra fragilidad y se convierte en luz que transforma nuestra oscuridad. Es el mayor mensaje de amor que se ha dado.
Hoy podemos estar atentos a abrir el corazón a esa luz de Vida. Se trata de dejarnos transformar desde lo pequeño para que se haga grande en nuestra vida y en neustra historia compartida. Feliz Navidad, feliz miércoles.
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