Lecturas 23 de mayo, Sábaso 6º Semana de Pascua
En estos tiempos hemos visto, más que en otras ocasiones, situaciones de fragilidad. La pandemia ha dejado a la vista nuestras fallas como sociedad que cuida a los suyos. Hemos visto cómo los más fuertes prevalecen sobre los frágiles e incluso una acentuación de la cultura del descarte.
Cuando Jesús nos invita a que pidamos, en algún modo hay una invitación implícita a reconocer nuestra fragilidad personal. Sabemos que solos no podemos, que necesitamos de los otros, que necesitamos del Otro.
Orar es también un modo de pedir. Reconocer que nosotros no lo podemos todo, reconocer que nuestra humanidad necesita de ayuda para la salud, para la vida, para el amor, para el perdón. Orar es profundizar en la realidad, para hacernos cargo de ella, para cuidar de la vida propia y ajena. Orar es reconocer el camino para que nuestra alegría sea plena.