6 de noviembre, jueves de la XXXI semana del tiempo ordinario.
Vivimos en un mundo que valora la comodidad y evita el sufrimiento, donde cualquier carga parece un obstáculo a eliminar. Sin embargo, la vida nos recuerda que toda opción profunda tiene su peso, que amar, servir o comprometerse implica renuncias. No todo se puede tener a la vez, y elegir siempre conlleva dejar atrás algo.
Jesús invita a priorizar el Reino, no por dureza, sino por libertad. Posponer no es despreciar, es ordenar el corazón para que lo esencial tenga su sitio. La cruz aparece entonces como consecuencia natural de esa elección, como el peso de amar en serio, de vivir sin reservas ni ataduras.
Podemos mirar nuestras propias cruces con otra luz, no como condenas, sino como fruto de opciones que valen la pena. Que sepamos distinguir entre las cargas que esclavizan y las que hacen crecer, y que aprendamos a vivir con la libertad de quien elige lo mejor, aunque cueste. Feliz jueves.
