19 de agosto. Lunes de la XX semana del tiempo ordinario
La sociedad nos sugiere imágenes de perfección y muchas personas aspiran a un tipo de perfección en distintos ámbitos. Basta mirar las redes sociales para hacernos una idea de lo que puede ser una vida aparentemente perfecta.
El joven rico quiere ser perfecto, quiere aspirar a la perfección que él tiene en la cabeza. El asunto es que Jesús le desmonta todo al invitarle a venderlo todo. Se trata de dejar que Dios nos haga perfectos a su manera y no a la nuestra.
En la vida es genial reconocer nuestras perfectas imperfecciones. Se trata de reconcoer que en neustras fragilidades en donde se pueden dar las ocasiones para dejar que Dios y los demás actúen en nosotros y nos hagan mejores. Feliz lunes.