En la infotoxicación que nos invade la crispación y la polarización salen reforzadas. En ese ambiente se nos olvida eso de ser amables. En nuestras distintas interacciones nuestras palabras se convierten en gruñidos monosílabos, gestos de indiferencia o enfado, y ciertamente nos olvidamos de dar gracias.
Jesús empieza dando gracias al Padre. Se vive desde el Padre a quien agradece todo acontecimiento, y ciertamente agradece la gente y especialmente la gente sencilla. Vivirse agradecido es lo que permite ser ayuda para otros y en este caso, sirve para descanso y refugio para los que están agobiados.
Hoy en vez de gruñir y fomentar el enfado general podríamos ir contracorriente. Podríamos sonreír, ser atentos y amables con la gente que nos rodea, decirles que son importantes para nosotros; pero sobre todo, dar gracias por todos ellos.