No leemos cuando creemos saber lo que nos van a contar
Por Asun Ibánez, Directora Académica del Título Propio de Especialización en Innovación y Emprendimiento.
Seguro que hay estudios sobre esto y explicaciones psicológicas, no lo he comprobado. Sólo voy a constatar un hecho con un ejemplo que podría haber valido como muestra para un estudio científico. NO leemos los anuncios, no leemos las cartas, no leemos los e-mails… CUANDO CREEMOS SABER LO QUE PONE EN ELLOS. Bueno, no los leemos o hacemos una lectura en diagonal y por encima en la que se pierde información relevante.
Os cuento: me tocó ser segunda suplente del primer vocal en mi mesa electoral el pasado 25 de septiembre. Sí, sobre este tema escribiré otro post.
Recibí una carta certificada y un librillo con todas las instrucciones. Como ya me habían dado la grata noticia antes de recibir la carta porque la resolución del sorteo estaba en la web del ayuntamiento, firmé el acuse de recibo, hice una lectura rápida y por encima buscando la hora en la que debía presentarme (eso era lo que me interesa saber), y guardé todo para cuando llegase el día en cuestión.
Ah, perdón, antes de recibir esta carta ya había recibido, también, la tarjeta del censo con todos los datos del lugar en el que me corresponde votar que guardé, sin leerla (ya sabía lo que decía porque no he cambiado de domicilio en años), en el mismo lugar que la carta.
Y, efectivamente, llegó el día. Me levanto, desayuno y, antes de prepararme, vuelvo a hacer la comprobación de la hora. 8:00 horas. Bien. Voy bien de tiempo.
Cuando estoy a medio camino hacia el lugar donde siempre voto me visita mi ángel de la guarda (ese que todxs tenemos y que, si estamos atentxs, hace que nos percatemos de cosas importantes en el momento justo) y veo una persona con un papel similar al mío que iba en otra dirección. ¡¡Ostras!! (dije algo más feo pero no queda bien en este foro). Hice una conexión rápida de neuronas (que parece que todavía me funcionan estupendamente) y saqué rápidamente la carta para comprobar el lugar de la cita que, efectivamente y como todxs estáis ya imaginando hacer rato, había cambiado.
Esto podría quedarse en un “Asun, qué despistada eres a ver si lees mejor las cosas…” si no fuese porque a la gran mayoría de personas que estábamos ahí (no digo todas porque no lo he comprobado pero ahí ahí andaríamos) nos había pasado lo mismo. Otras personas, incluso, no habían escuchado a su ángel de la guarda o no habían hecho la conexión rápida de neuronas que yo hice y se habían ido al lugar de siempre donde una puerta cerrada con un cartelito les avisaba del cambio de lugar. Así que el retraso en la constitución de mesas electorales fue importante con suplentes como yo sudando, despotricando y/o rezando hasta que aparecía el titular o el primer suplente que, también, se había confundido de dirección. Dicho sea de paso que lo mismo pasó a la gran mayoría de votantes de ese colegio electoral que tampoco habían leído la tarjeta del censo.
Por eso cada vez critico menos a mis estudiantes porque no leen mis e-mails, mis instrucciones, mis avisos… y busco fórmulas de hacerlos diferentes, pensar muy bien el “subject” del email e intentar ponerme en sus cabezas para saber cuál es la pregunta que ellxs se están realizando sobre el tema en cuestión y cuáles las que dan por hecho o son obvias y, por eso, no se las cuestionan y, por tanto, YO debo resaltarlas de alguna manera (ahora entendéis nuestros mensajes llenos de colorines) o repetirlas hasta la saciedad.
Ahora a ver quién ha leído este post con el detenimiento suficiente como para encontrar la errata ; P
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