El cocktail perfecto: elitismo, plataformas y privacidad. ¿Quién paga la ronda?
Por Jon Mikel Zabala-Iturriagagoitia @jonmizabala, Deusto Business School, University of Deusto, Donostia-San Sebastian
Durante el mes de julio me topé con la noticia de que “Dropbox accedió a la información de las cuentas personales de 400.000 de sus usuarios académicos para evaluar su «productividad»”. El tweet hacía referencia a un reciente estudio publicado en Harvard Business Review, en el que se mostraban los resultados de una investigación que pretendía analizar cómo colaboran de manera virtual equipos de investigadores académicos de todo el mundo.
Según lxs autorxs del estudio la justificación del mismo es clara. Existen múltiples evidencias sobre cómo los equipos trabajan de manera colaborativa in-house, en el cara a cara, desde hace varias décadas. Con la creciente digitalización que estamos viviendo, el uso de plataformas virtuales de intercambio de archivos como se ha vuelto omnipresente no sólo en entornos empresariales, sino también en entornos académicos y de otro tipo, como las ONGs. De hecho, para aquellas personas que nos conocen o participan del programa, podrán confirmar, sin necesidad del polígrafo de Conchita, que en iNNoVaNDiS somos unos fervientes creyentes y utilizadores de las plataformas digitales como medio para el trabajo en equipo. Sin embargo, poco se sabe en la actualidad acerca de la forma en la que los equipos trabajan de manera conjunta en estos entornos virtuales. ¿Verdaderamente utilizamos estas plataformas virtuales de manera efectiva?
Para abordar esta cuestión, los tres autores de la investigación analizaron las interacciones virtuales a través de Dropbox de equipos de investigación académicos, es decir, de equipos que trabajan en universidades. Para ello, emplearon información relativa a proyectos de investigación de más de 1.000 departamentos universitarios. Los datos contenían información sobre aproximadamente 500.000 proyectos de investigación en los que trabajaban unos 400.000 “usuarios únicos”. A partir de estos datos, nos ofrecen cinco good practice en relación con el trabajo de los equipos virtuales que mejor desempeño mostraron:
- Equipo sí, pero pequeño: los proyectos que mejores resultados mostraban se producían en equipos que involucran pocos colaboradores. Demasiados «cocineros» virtuales arruinan el «caldo» de la investigación.
- La paciencia es la madre de la ciencia: el trabajo en equipo requiere tiempo: los equipos que mostraron mejores resultados tendían a trabajar durante más tiempo en cada proyecto, y además eran capaces de mantener varios proyectos “vivos” al mismo tiempo.
- Aumenta las colaboraciones dentro de personas del mismo equipo: los mejores equipos de investigación mostraban una mayor probabilidad de trabajar de manera conjunta en más proyectos.
- Igualdad: las personas que formaban parte de los equipos con mayor rendimiento compartían el trabajo de manera más equitativa, en lugar de tener una persona (o un número limitado de personas) que “tiren del carro”.
- La experiencia es un grado: en los equipos con mejor desempeño los miembros senior contribuían con una mayor proporción del trabajo del proyecto en general.
Más allá del interés que pueda suscitar la anterior investigación, hay una cosa que me indignó sobremanera. ¿Cómo es posible que tres investigadores pudieran obtener la información por parte de Dropbox para acceder a información relativa a proyectos de investigación de más de 1.000 departamentos universitarios? Me parece algo gravísimo. Para más escarnio, los autores se escudan en que no fue necesario acceder a la información personal de las personas de dichos equipos para llevar a cabo la investigación, y que los datos empleados fueron agregados y anonimizados por Dropbox. Sin embargo, reconocen que contaban con datos relativos a la edad de los “usuarios”, así como a su rango (p.e. si eran catedráticos, profesores junior, post-docs, alumnos de doctorado, o de último año, etc.). Pero al mismo tiempo, Dropbox, que se ha visto obligada a emitir un comunicado público debido a la gravedad de los actos, indicaba en dicho comunicado que su proceso de anonimización impidió que los investigadores vieran información personal. Alguien en esta historia miente, y probablemente, todxs nos podemos imaginar cuál es la realidad.
Esta situación ha enojado no sólo a los académicos que desarrollamos nuestros proyectos de investigación a través de Dropbox, sino a una gran parte de la comunidad usuaria de estas plataformas. ¿Hubiera dado Dropbox permiso digamos a investigadores de Deusto para realizar exactamente el mismo proyecto de investigación? Parece claro que no. No hay duda de que existe un elitismo académico que se beneficia de manera directa, de las grandes empresas digitales, ya que éstas, en gran medida son un fruto directo de estas mismas universidades. Lo que queda en entredicho son los derechos de los usuarios, su derecho a la privacidad y a la socialización. Sin embargo, investigaciones como esta ponen de relieve la gravedad de las modificaciones que en diciembre de 2017 tuvieron en los EEUU sobre lo que comúnmente se denomina como “la neutralidad de red” y sobre la cual ya escribí con anterioridad en otro post.
Dropbox no es la primera compañía en “compartir” información de sus usuarios con fines que van más allá de su propia actividad empresarial. Aún está reciente el escándalo de Facebook y que llevó al todopoderoso Zuckerberg a declarar en el congreso de los EEUU. Esto no es más que otro “recordatorio” de que las plataformas digitales además de permitirnos almacenar nuestros datos en ellas, también generan toneladas de datos sobre nosotros, sus clientes, y que sus políticas de privacidad a menudo les permiten hacer casi cualquier cosa que quieran con dicha información, ya que es de su propiedad.
Puedes escuchar la moraleja de este post aquí y aquí.
PD: este post lo escribí el día 24 de julio de 2018, día en el que se celebran las fiestas de mi pueblo, de ahí el título un poco “festero” del post, pero no me pude reprimir a pensar lo bien que se lo estarían pasando mis amigos de bares mientras yo estaba currando en Montreal.
Puedes seguirme en Twitter: @jonmizabala
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In order to answer this issue, the three authors of the study investigated the Dropbox-based virtual interactions of academic research teams. This was accomplished by collecting data on studies from over a thousand academic disciplines.
To address this issue, the study’s three authors analyzed the Dropbox-based virtual interactions of academic research teams.