Lecturas 30 de abril, Jueves 3ª semana de Pascua
Es lo que le dice el Ángel a Felipe para que fuera hacia el sur. En la tradición encontramos muchas situaciones en que se experimenta la invitación de Dios a ponernos en camino, empezando por Abraham, siguiendo por Moisés o encontrando ejemplos como los de San Ignacio o San Francisco de Javier.
Puede sonar a ironía el hecho de que en este momento, que en general no podemos salir de casa, se nos invite a ponernos en camino, pero la vida siempre es paradójica. El asunto en general, no es tanto qué camino empezar, sino acoger la invitación de Dios. Dios nos invita de maneras muy distintas a través de las personas, a través de la realidad, pero esa invitación siempre será salir de nuestro propio querer e interés o dicho en moderno, salir de nuestra zona de confort.
Esta situación de pandemia es una ocasión para prestar atención a estas invitaciones que Dios nos hace. Podremos encontrar invitaciones al cuidado mutuo, tanto en el ámbito de la salud, el espiritual, psicológico, social y económico. En esas invitaciones, los pequeños y las personas vulnerables tienen un lugar privilegiado en el Evangelio. También pueden ser invitaciones a profundizar y actualizar creativamente nuestra vocación. Pero sea cual sea el camino y la invitación, necesitamos estar atentos a la misma y disponernos para ser prestos y diligentes para no ser sordos a su llamada.
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