Lecturas 23 de julio. Viernes XVI tiempo ordinario.
Algo que nos diferencia de nuestros antepasados es que nuestra capacidad de escucha ha disminuido notablemente. Antes el imaginario se construía por medio de relatos que se transmitían oralmente. La gente era casi capaz de memorizar relatos de longitud considerable. Hoy me temo que somos incapaces de escuchar ni las instrucciones de seguridad del avión.
Jesús nos dice que el que escucha la Palabra y la entiende dará fruto abundantísimo. Es probable que nosotros hayamos escuchado algo de la Palabra, pero entenderla es el siguiente paso. Entenderla significa hacerla nuestra, significa hacerla carne en nuestra vida.
El escuchar y entender la Palabra de Dios hoy requiere un ejercicio contracultural. Significa parar, significa hacer el ejercicio de escuchar (acoger), significa entender (meditar y saborear). Hoy todo lo hacemos deprisa, lo que se nos dice es por mensaje de whatsapp, y en la prisa lo confundimos todo, por lo que nos cuesta entender. ¿Dónde hay alguien que me escuche y me entienda?