ay Señor, Señor

7 de diciembre, Jueves I Adviento

Hay personas que en situaciones especiales invocan a Dios de alguna manera. Un rasgo de neustro tiempo del silenciamiento de Dios es que cada vez menos personas entienden que necesitan de Dios en su vida hasta tal punto que ni en las malas lo invocan.

Hay un modo de ser cristiano que podríamos llamar efímero, por el que de vez en cuando me acuerdo de Dios pero luego la vida sigue como si no estuviera. La invitación de Jesús a una vida consistente; es decir, vivir con algún fundamento y coherencia esa opción de ser cristiano.

Por fortuna eso de seguir a Jesús no depende sólo de uno. El ser cristianos también supone descubrir que somos acompañados y que como los nños, cunado nos perdemos decimos Ama, Aita, también en la vida decimos «ay, Señor, Señor». Feliz jueves.

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