10 de septiembre, Domingo XXIII, tiempo ordinario
En neustra cultura se ha acentuado eso de la salvación individual, tanto en la vida como en lo religiosos. Ese acento en que cada uno se salve (sávese quien pueda) nos ha hecho olvidar al hermano, al prójimo y ahí empeiza el lío, porque no sólo somos individuos, sino somos que somos comunitarios.
Hoy el Evangelio resalta la importancia de la dimensión comunitaria de la fe. Necesitamos de otros para que nso ayuden nos corrijan y otros necesitan del mismo modo de nosotros. Si sabemos de Jesús, es porque otros nos han hablado de Él y si crecemos en la fe es porque otros nos han ayudado.
Sería bueno agradecer a todos aquellos que nos han «salvado» de un modo u otro a lo largo de nuestra vida. Fortalecer neustros lazos de solidaridad con otros nos ayuda también a acogerlos pero también a ayudarlos. Feliz domingo.