19 de julio, sábado de la XV semana del tiempo ordinario.
Vivimos tiempos de ruido constante, de confrontaciones virales y mensajes que buscan imponerse a gritos. Se premia al que más destaca, no siempre al que más construye. Sin embargo, muchos buscan una fuerza distinta: la que sana sin espectáculo.
El texto nos habla de una figura que no impone, pero transforma; que no rompe al débil ni apaga al frágil. Una presencia silenciosa pero firme, que actúa desde la compasión y hace del cuidado una forma de justicia. Así, Jesús revela a Dios con una esperanza serena y resistente.
Tal vez ha llegado el momento de ensayar otros modos de estar y de hacer. Que nuestra fuerza sea hospitalaria, que nuestra voz no aplaste, que nuestro paso levante sin herir. Y que, como tantas veces, lo más verdadero no haga ruido.
