Lecturas 6 de agosto. Viernes XVIII semana tiempo ordinario. Transfiguración del Señor
Esto de la oración siempre tiene algo de misterio. En estos tiempos en que nos cuesta eso de rezar, al menos necesitamos parar, respirar, y dejar que las cosas se asienten al menos por un ratito. Y si a ello ya añadimos ese momento de comunicación especial con lo de Dios, ya conseguimos todo un triunfo.
El pasaje muestra elementos de la tradición orante, el retirarse a un monte, el diálogo con intercesores, el rostro que brilla y la confirmación de Dios. Lo curioso es que los testigos ven otra cosa distinta a lo que Jesús vive, y es que su camino será el de la cruz.
La oración nos ayuda a cambiar, sobre todo si dejamos que Dios entre en nosotros. La oración nos cambia más allá del rostro y nos pone en el camino del Reino, el del servicio y el de la entrega. La oración nos cambia no sólo para que tomemos una pequeña píldora de bienestar, sino que la oración nos transforma para el servicio en el Reino. Feliz viernes.