Lecturas 2 de noviembre. Domingo I de Adviento
La esperanza en un bien valioso en tiempos desesperanzados donde parece que cada cual ha de buscarse su salvación. No sabemos a dónde mirar y dirigir nuestros pasos mientras parece que a veces vivimos como pollos sin cabeza, correteando de un lado a otro pero sin saber muy bien ni a dónde ni a qué.
Jesús insiste con el verbo velar con el ejemplo de los siervos atentos. El Reino, el Mesías, aparecen de modo inesperado y sorpresivo; y no se trata de un secreto a desvelar, sino de un ejercicio de atención y fidelidad.
Empezamos el adviento como tiempo de esperanza. Es una ocasión para despertar los sentidos y nuestras capacidades para acercarnos al Dios que se nos acerca y al hermano que se nos aleja. Queremos llegar a ellos pero nuestra mirada se tiene que aquietar para mirar a fondo y nuestra vigilancia se ha de activar para entender aquello que ya vemos. Feliz adviento.