Lecturas: viernes 3 de abril (5ª semana de Cuaresma)
Los números ayer fueron malos. Las estadísticas acerca de los fallecimientos y del desempleo marcaron retos históricos. Algo tan pequeño; consecuencias tan enormes. Quizá para compensar por tanta mala noticia, quizá por compensar a quienes tanto se están esforzando sin ver los deseados frutos, esta mañana la locutora escudriñaba en busca de buenas noticias.
Tomando prestada la imagen de Paul Ferdinand Schilder, es como si un basso continuo atravesara los versículos de este evangelio. Por un lado destruimos constantemente –dice Schilder- la imagen que íbamos haciéndonos de nosotros mismos; por el otro, los procesos interactivos con los otros, por cuyos procesos seguimos construyendo esa imagen se renuevan y cada vez son más ininterrumpidamente.
Es el tema evangélico de fondo, escucha este basso: Dichos frente a hechos. Por un lado, están las voces que interpretan en clave del pasado; por otro lado, están las obras en perpetuo presente. Buscan a Jesús por lo que afirma; reconocen que sus obras no están mal: no ha llegado su hora.
Las estadísticas frente a la voz de la radio; los hechos frente a las palabras de la periodista. Resulta irritante que, por un lado, la Escritura nos llame dioses y, mientras, las noticias destruyan nuestro bienestar, nuestra seguridad, o la imagen que teníamos de nosotros mismos. Como jode que nos digas “sois dioses” en medio de las circunstancias que estamos viviendo.
Y, sin embargo, sin quitarle nada a todo esto, Jesús nos invita a considerar la realidad: el Padre sigue haciéndonos. Precisamente en medio de todo esto, sigue creándonos. Las Escrituras nos llaman dioses; Jesús se hace Dios cada vez que consiente y acepta participar en las obras del Padre. Jesús nos invita a seguirle en esto, considerando nuestras propias vidas como las primeras y las últimas obras del Padre.
Si en el pasado los israelitas fueron dioses, porque Yahwé se había dignado dirigirles la Palabra a ellos, con el evangelio Jesús nos pide acoger las obras, el misterio pascual de nuestro mismo vivir como recreación diaria hacia el Misterio Creador que el Padre es: “Yo hago nuevas todas las cosas