4 de septiembre. Domingo de la XXIII semana del tiempo ordinario
Vivimos en una sociedad en la que eso de renunciar suena raro. Nos cuesta mucho renunciar a nuestro estatus, a nuestras comodidades, a nuestros ritmos de vida. La cosa es que mantener nuestra fiesta parece algo insostenible, personal y colectivamente.
El camino del Evangelio es un camino de renuncia, es un camino de libertad en la que renunciamos a aquello que nos quita libertad. Seguir a Jesús es ser capaces de asumir las consecuencias (las cruces) que conlleva el camino del amor entregado, el camino de la verdad y el camino de la jsuticia.
Necesitamos una pedagogía de la renuncia y un modo bonito es ver lo que otros hacen por nosotros renunciando a cosas e implicándose a fondo. Podemos pensar en aquellos que nos quieren que optaron por nosotros en lugar del camino fácil y así agradeciéndoles podemos aprender también nosotors. Feliz domingo.