Lecturas 27 de noviembre. Viernes Semana XXXIV Tiempo ordinario.
En este ambiente apocalíptico en el que vivimos, nos cuesta ver signos del Reino. Nos cuesta ver algo de aire que respirar en las noticias que nos axfisian, y nos cuesta respirar y pensar con algo de paz. Nos surgen dudas de cómo celebraremos las navidades, tenemos incertidumbres ante la economía y ante los planes personales. Nos cuesta ver que el Reino está cerca.
El contexto de Jesús es el de una oscura incertidumbre personal y colectiva. Aún y todo, presenta las dificultades, pero también la promesa y esperanza cierta de que el Reino de Dios está cerca. La razón es que Él está ya presente, no ha huido, se queda a vivir la historia de la humanidad.
Tenemos que abrir los ojos y el corazón para descubrir esa cercanía. Abrir los ojos para ver qué hace la gente; la solidaridad de tantos que arriesgan su salud por la de los demás, la vocación de tantos por educar en situaciones complicadas, el compromiso de tantos por sus negocios y su gente, el cuidado de tantos por tantos, el arte y la poesía de algunos para tantos. Son ejemplos que nos dan pistas de que el Reino se acerca.