Viene el Hijo del Hombre

30 de noviembre, domingo I de Adviento

Vivimos tiempos de incertidumbre, de conflicto, de gran incertidumbre; que se entrelazan con un gran aturdimiento en nuestros modos de vida acelerados. De este modo vemos que nuestras superficiliadidades tratan de esconder los grandes dolores de la humanidad, necesitada de Dios.

El Evangelio nos recuerda que la vida avanza con ritmo cotidiano mientras sucede lo verdaderamente decisivo. La invitación es a mantenernos despiertos para reconocer la presencia que llega sin ruido. Estar en vela es aprender a percibir lo esencial que transforma la historia.

Comenzamos el tiempo de Adviento, un tiempo de preparación, de puesta a punto y sobre todo de atención. Se trata de un ejercicio de poner atención en lo de Dios cuando nuestra sociedad se empeña en dispersarla. Feliz domingo.

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