8 de octubre, Domingo XXVII, tiempo ordinario
Podríamos decir que lo que conocemos como Tierra Santa pudiera ser una preciosa viña que pudiera dar frutos para todos. El resultado es que los labradores de esta tierra se están destrozando entre sí. Ayer entre la acción de unos y la reacción de los otros resultaron centenares de personas muertas.
Se nos ha regalado la vida, la tierra, una viña preciosa de la que vivir y celebrar; pero el hecho es que nos empeñamos en arruinarla por nuestra incapacidad para vivir juntos. Necesitamos ahora más que nunca del Evangelio, que sea capaz de cambiar nuestras dinámicas de viñadores homicidas.
Ahora de un sitio y otro habrá otra guerra sobre el relato, habrá guerra de declaraciones acerca de las víctimas y sobrarán demasiadas palabras. Es tiempo de construir paz, es tiempo de construir convivencias, es tiempo de tender puentes que nos ayuden a todos de vivir juntos y disfrutar de la viña que nos ha regalado nuestro Padre. Feliz domingo.