Lo que pasa en la ONU, no se queda en la ONU
Por Jon Mikel Zabala
El pasado mes de junio de 2024 (no ha llovido ni ná desde entonces), entre los días 24 y 26, se produjo un hecho que no olvidaré jamás, y es que pude visitar la sede de las Naciones Unidas en Ginebra por primera vez, pero no a modo de turismo ni de cotilleo, nononono. A la Naciones Unidas se va a trabajar, me entiendes O NU.
La visita se enmarcó en el contexto de la 17 reunión del Comité para la Innovación, la Competitividad y la Cooperación Público-Privada de la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas. En dicha reunión se abordaban las posibles estrategias que se podrían implementar para acelerar el progreso hacia el logro de los ODS, y el rol que la innovación y la cooperación público-privada pueden jugar en dicha transición. El comienzo de la sesión fue bastante deprimente, no por el espacio en sí (oye, una maravilla, todo muy limpio y ordenado, aunque un poco anticuado), sino por los resultados que se presentaron acerca de la velocidad a la que se está avanzando para lograr los ODS en 2030. Resumen sucinto: no lo vamos a lograr y estamos abocados al fracaso. Si quieres saber más, puedes encontrar la información relativa a este punto aquí.
La sesión en la que yo debía participar se centraba en cómo las políticas de innovación pueden contribuir a la acción climática y al desarrollo de infraestructuras sostenibles, prestando especial atención a la necesidad de acelerar la transición hacia una economía circular. Pero tranquilidad, que no os voy a soltar el rollazo, el que quiera saber más, que venga a iNNoGuNe y que me invite a un relaxing cup of café con leche in plaza mayor, o a romantic dinner in el Madrid de los Austrias.
El objetivo de este post es el de compartir con toda la comunidad iNNoVaNDeR dicha experiencia. Primero, Ginebra es carísimo. No sé si es bonita o no, porque no me dio tiempo para ver ná de ná, así que habrá que volver.
Segundo, en varios momentos me sentí como Martín (Carlos Iglesias) y Marcos (Javier Gutiérrez) en la película “un franco 14 pesetas”, en la cual se ven obligados a emigrar a una pequeña villa de Suiza, y en dicho viaje se dan cuentas de lo que significa el progreso. Pues eso, que fue como ir a vivir a otro planeta, porque todo estaba impoluto, las personas se comportaban de manera ejemplar, y el silencio reinaba allá por donde caminabas.
Tercero, la puntualidad es innegociable, aunque estén cayendo chuzos de punta. Me explico. El segundo de los días, la sesión terminaba a las 17.30, y para concluir la sesión se había organizado un “world café”, en el que las personas que participábamos en la sesión podíamos charlar entre nosotras de manera más distendida y contarnos nuestras penas respectivas. El world café estaba planificado hasta las 18.00, pero os podéis imaginar lo que ocurre en un evento como este, en el que juntas a personas de más de 40 países distintos, que empezamos con el toledole, y allí salían más temas de conversación que dudas existenciales en primero de carrera. La cuestión es que llegaron las 18.00 (en punto), y no veas la que estaba cayendo. La caídita de Roma fue una tontería comparada con aquello. Pues allí que aparecen los guardas de seguridad de la ONU y nos dicen que puerta, que aquello cierra a las 18.00 y que ya nos habíamos pasado 17 segundos. Naturalmente, entre nosotros estaban trabajadores de la ONU, por lo que yo pensaba para mis adentros: “estos ahora les van a decir que estén tranquilos, que somos feligreses, que no somos feligrosos, y nos dejan seguir aquí dándole a la de sin hueso”. Povaserqueno (temazo). Los guardias que abren la puerta de salida, y aquello parecía una carrera que ni el hipódromo de Lasarte. Ni despedida ni gaitas, cada uno a su hotel, y que Dios reparta suerte. Para que luego digan que los suizos son pacíficos y tal.
Y cuarto (que ya se te había olvidado que estábamos relatando puntos). Aprendí muchísimo, sobre todo de escuchar a los representantes de países de esos que no tienes la suerte de tener sentados a tu verita cualquier día, de sus realidades, de sus problemas, pero, sobre todo, de las iniciativas que tienen en marcha, y de cómo las gestionan con muy pocos recursos, y logran unos resultados alucinantes.
Y eso es todo amigxs. Si tengo la suerte de volver, que sepáis, que volveré a relatar la experiencia para compartirla con todxs vosotrxs.
PD: no todo fue tan maravilloso, ya que pillé COVID y estuve una semana más pallá que pacá.
Puedes seguirme en Twitter: @jonmizabala
Y cuarto (que ya se te había olvidado que estábamos relatando puntos). Aprendí muchísimo, sobre todo de escuchar a los representantes de países de esos que no tienes la suerte de tener sentados a tu verita cualquier día, de sus realidades, de sus problemas, pero, sobre todo, de las iniciativas que tienen en marcha, y de cómo las gestionan con muy pocos recursos, y logran unos resultados alucinantes.