Vivimos en tiempos de división, donde las diferencias ideológicas, sociales y culturales levantan muros entre las personas. Con facilidad etiquetamos a los demás como adversarios y justificamos el distanciamiento. Nos resulta más cómodo amar solo a los nuestros.
Jesús nos invita a un amor sin límites, capaz de abrazar incluso a quienes nos hacen daño. Se trata de un camino de los discípulos de Jesús que nos distingue de otros modos de amar. Amar al enemigo no es debilidad ni buenismo, sino la mayor expresión del amor.
Hoy podríamos dar un paso más allá de lo habitual, a vivir de manera distinta. No nos conformemos con un amor de nuestra zona de confort, sino que seamos capaces de ir más allá de nuestros límites y fronteras habituales. Feliz sábado.
