12 de mayo, Jueves IV semana de Pascua
Vivimos en la sociedad de la exaltación del yo. Yo soy principio y fin, alfa y omega, soy el autorreferente, vivo por mi y para mi. El asunto es que somos mucho más frágiles que eso y el asunto es que también somos mucho más dependientes que eso.
Entender la vida como misión, como envío es parte de la vida cristiana. Jesús nos envía en nombre suyo, y nos hace otros «Jesús» (alter Christus) para seguir con su misión de anunciar la Buena Noticia.
¿Cuál es la misión que tengo encomendada? A veces parece que la misión es una carga pesada, pero ser enviados por Jesús supone haber sido queridos y cuidados por Jesús como en la escena del lavatorio. El reto es descubrir el regalo que supone ser enviados. Feliz jueves.
Ser enviados…un lujazo. Ojalá y lo pido, sepamos responderle. Beti Aurrera!