22 de octubre, miércoles de la XXIX semana del tiempo ordinario
Vivimos en una sociedad que mide el éxito por la acumulación: tener más, saber más, poder más. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar en lo que esos privilegios significan como responsabilidad. Ser afortunados no es un mérito, sino una llamada a cuidar lo que se nos confía.
Jesús presenta una lógica distinta, la del Reino: “Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará”. No se trata de miedo ni castigo, sino de conciencia. Lo recibido no es para guardarlo, sino para multiplicar el bien, para que el don compartido se transforme en vida para otros.
Reconozcamos con gratitud lo que se nos ha dado: el conocimiento, los vínculos, las oportunidades. Seamos administradores generosos, capaces de transformar el privilegio en servicio. Que nuestra abundancia, grande o pequeña, sea semilla de esperanza para el mundo. Feliz miércoles.
