Alabar

15 de noviembre, Miércoles XXXII, tiempo ordinario

En tiempos de condena mutua constante se nos olvida la importancia de la alabanza. Hablar bien de los otros y de Dios es algo que nos hace mejores a todos porque mejora el entorno. Si condenar supone invocar a las nubes negras alabar significa abrirnos a la luz que nos inspira.

Uno de los leprosos recién curados viene alabando a Dios a gritos. Reconocer y acoger la presencia de Dios en la vida es lo que nos lleva al canto y a la alabanza. Es algo que nos eleva hacia Él en un camino de acercamiento en el Él da el primer paso.

En el contexto que vivimos de palabras gruesas podríamos ser contraculturales y tratar de que seamos capaces de hablar bien e incluso alabar. Necesitamos regenerar un ambiente más luminosos e inspirador que el que hoy nos presenta la conversación pública. Feliz miércoles.

Esta entrada fue publicada en Publicaciones del blog. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.