24 de julio, jeuves XVI del tiempo ordinario
En una sociedad que premia la rapidez y el éxito, cuesta detenerse a mirar lo que sucede en lo pequeño. Sin embargo, es ahí —en los gestos sencillos, en las vidas discretas— donde muchas veces se esconden las claves que transforman. Lo esencial no siempre brilla, pero ilumina.
Jesús revela que los secretos del Reino no se dan a quien más sabe, sino a quien se deja tocar por la vida con humildad y apertura. Los pequeños, los que no cuentan, nos enseñan a ver y a escuchar de verdad. Ellos nos muestran lo que muchos no alcanzan ni a sospechar.
Hoy podríamos tratar de aprender desde abajo, desde lo frágil, desde lo que no impresiona. Abramos los ojos y oídos del alma para acoger esos secretos que no dominamos, pero que nos transforman. Tal vez así aprendamos a vivir con más verdad y con más esperanza. Feliz jueves.
