Señor, ¿a dónde vas?

Lecturas: 7 de abril Martes Santo

La experiencia que estamos viviendo es muy difícil de explicar, nos faltan palabras y nos falta tiempo para ir construyendo un relato en el que encaje esta realidad tan compleja. Algo parecido les pasó a los evangelistas, que se les hacía difícil explicar lo de Jesús, y echaron mano de Isaías. El profeta estos días Isaías nos presenta al siervo de Yahvé, que será el icono con el cual los evangelistas explicarán la pasión Jesús, sabiendo que tiene mucho de inexplicable.

También se nos hace inexplicable la traición de Judas, o lo torpes que son los discípulos, o la cabezonería de Pedro. Pero en esa realidad difícil encontramos la experiencia de que el Señor nos llama. Nos llama desde la situación en la que estamos y en el modo que cada uno somos. Nos llama a algo que no está muy claro, pero que creemos que merece la pena.

Hoy a nuestras sociedades, a nuestras comunidades y cada uno individualmente nos toca responder a la llamada que surge de la realidad que vivimos. Nos toca discernir un futuro difícil de explicar por desconocido, un futuro al que tenemos que transitar con la misma sensación de Pedro, Señor, ¿a dónde vas? Es un tiempo de enormes retos personales, comunitarios y colectivos, un reto en el que debemos aprender a discernir mejor para que respondamos más y mejor al mundo que viene, y reformular la pregunta de Pedro: ¿a dónde vamos?

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A mí no siempre me tenéis.

Lecturas: 6 de abril Lunes Santo

En esto de la Semana Santa, siempre jugamos con ventaja, todos los años la afrontamos con el spoiler de que Jesús ha resucitado. El hecho es que con esto del coronavirus vamos conociendo cada vez más casos de personas que van falleciendo y ciertamente en número significativo. Con ellos nos damos cuenta que ya no los tenemos y en muchos casos ni hemos podido despedirnos de ellos no hacer un funeral para comenzar el necesario duelo.

Son muertos que se acumulan como números, como se amontonan en las morgues, pero han sido personas con historias llenas de vida que en algún modo se desvanecen y parece que desaparecen del horizonte envueltos en dispositivos asépticos. Pero nuestro corazón no es aséptico, nuestro corazón se duele, siente el vacío, siente el miedo, la impotencia y a la vez la fragilidad que no se desvanece, sino que permanece.

Los cristianos, con esto de la resurrección, podemos ayudar(nos) a partir de la experiencia de fe que fundamenta nuestra esperanza, a modo de spoiler intuido. Tenemos la esperanza de, que en algún modo, los desvanecidos los tendremos siempre. Que con la ayuda de la imagen del banquete del Reino esperamos que volveremos a juntarnos y que nos digamos lo que nos dice Jesús resucitado: estaré siempre con vosotros.

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Decir al abatido una palabra de aliento.

Lecturas: 5 de abril Domingo de Ramos

Hoy «celebramos» la entrada de Jesús en Jerusalén, y con ello nos adentramos en el misterio de la Pasión de Jesús. Un misterio cuya intención es decir al abatido una palabra de aliento, y es ahí donde nos adentramos en eso que Pablo llama sabiduría de la cruz. Una cruz, que de ser objeto de ejecución se convierte en el medio de salvación.

La invitación de las lecturas es contemplar, acompañar a Jesús en su pasión y por ello os propongo que nos preguntemos cómo queremos hacerlo. Por medio de qué personajes del relato nos hacemos presentes en la contemplación.

En primer lugar tenemos a Jesús, el crucificado con los crucificados del mundo. Aquel que vive ese tiempo sobre el cual Ignacio en los Ejercicios nos invitará a ver cómo la Divinidad se esconde, y yo añadiría, ver cómo la humanidad se esconde. En Jesús se da la máxima tensión entre presencia y ausencia de Dios.

Después tenemos a aquellos que le llevan a la cruz. Las autoridades religiosas y civiles, que una vez más en la historia colaboran para crucificar. Son los que de manera consciente y a al vez inconscientemente, promueven el proceso religioso y penal que dará como resultado al crucificado. Sólo tenemos que mirar cómo nuestros procesos sociales también conducen a la cruz a demasiadas personas.

Es interesante que nos fijemos en el pueblo. Un pueblo que condena, que grita, que jalea y que en algún modo aprueba el castigo. Un pueblo que entra en una especia de liturgia donde lleva a un extraño altar sus víctimas para sacrificar en el bien del mismo pueblo. Yo muchas veces en nuestra vida habitual me encuentro identificado con ese pueblo que condena y crucifica en medio de un gran alboroto.

Y por último los discípulos. Desaparecidos en combate. Solo unos pocos aparecen, Pedro y luego Juan, con las mujeres como grandes protagonistas que acompañan como pueden la pasión. El resto, calla y desaparece. Suponemos que entre el miedo y la frustración; la comunidad se disuelve y se dispersa. En tiempos del sálvese quien pueda, cada uno vuelve a su esquina, a su proyecto.

Finalmente el Evangelio nos sitúa ante el crucificado, como los guardias que confiesan realmente este era el Hijo de Dios. Hoy nosotros, también ante el crucificado podemos preguntarnos ¿qué he hecho? ¿qué hago? ¿qué voy a hacer por Cristo?

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y pasaba allí el tiempo

Lecturas: sábado 4 de abril (5ª semana de Cuaresma)

Y Jesús pasaba allí el tiempo hasta que llegara la Pascua. Este confinamiento nos está enseñando a pasar el tiempo, a ver cómo pasa, a experimentar lo que tarda en pasar, y a esperar a que pase cuanto antes. De hecho estamos expectantes a que pase el tiempo del confinamiento y podamos celebrar nuestra pascua social.

Entretanto estamos cada uno en casa, atentos a las noticias, atentos a los signos de los tiempos que nos ayuden a gestionar las distintas incertidumbres. Hay unas que son prioritarias, como son las propias del cuidado de la salud y especialmente de los que están padeciendo. Hay otras incertidumbres que nos hacen mirar al futuro preguntándonos si podremos volver a clase, si podremos viajar, si podremos ir al fútbol o si nos podremos juntar en las iglesias.

Pero, las preguntas se quedan al aire y concluimos que hay que seguir esperando. Esperar a que con el paso de los días y viendo la evolución de la realidad sanitaria iremos despejando incógnitas, iremos decidiendo qué vamos a hacer, iremos viendo cómo afrontar las dificultades económicas y sociales. Pero también pensar en qué vamos hacer cuando termine esto, cómo lo vamos a celebrar, cómo nos vamos a abrazar a besar y a sentir el toque humano que nos ha faltado en este tiempo. Mientras, estmaos como Jesús: pasaba allí el tiempo.

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Os digo : sois dioses

Lecturas: viernes 3 de abril (5ª semana de Cuaresma)

Los números ayer fueron malos. Las estadísticas acerca de los fallecimientos y del desempleo marcaron retos históricos. Algo tan pequeño; consecuencias tan enormes. Quizá para compensar por tanta mala noticia, quizá por compensar a quienes tanto se están esforzando sin ver los deseados frutos, esta mañana la locutora escudriñaba en busca de buenas noticias.

Tomando prestada la imagen de Paul Ferdinand Schilder, es como si un basso continuo atravesara los versículos de este evangelio. Por un lado destruimos constantemente –dice Schilder- la imagen que íbamos haciéndonos de nosotros mismos; por el otro, los procesos interactivos con los otros, por cuyos procesos seguimos construyendo esa imagen se renuevan y cada vez son más ininterrumpidamente.

Es el tema evangélico de fondo, escucha este basso: Dichos frente a hechos. Por un lado, están las voces que interpretan en clave del pasado; por otro lado, están las obras en perpetuo presente. Buscan a Jesús por lo que afirma; reconocen que sus obras no están mal: no ha llegado su hora.

Las estadísticas frente a la voz de la radio; los hechos frente a las palabras de la periodista. Resulta irritante que, por un lado, la Escritura nos llame dioses y, mientras, las noticias destruyan nuestro bienestar, nuestra seguridad, o la imagen que teníamos de nosotros mismos. Como jode que nos digas “sois dioses” en medio de las circunstancias que estamos viviendo.

Y, sin embargo, sin quitarle nada a todo esto, Jesús nos invita a considerar la realidad: el Padre sigue haciéndonos. Precisamente en medio de todo esto, sigue creándonos. Las Escrituras nos llaman dioses; Jesús se hace Dios cada vez que consiente y acepta participar en las obras del Padre. Jesús nos invita a seguirle en esto, considerando nuestras propias vidas como las primeras y las últimas obras del Padre.

Si en el pasado los israelitas fueron dioses, porque Yahwé se había dignado dirigirles la Palabra a ellos, con el evangelio Jesús nos pide acoger las obras, el misterio pascual de nuestro mismo vivir como recreación diaria hacia el Misterio Creador que el Padre es: “Yo hago nuevas todas las cosas

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Oía el cuchicheo de la gente

Lecturas: viernes 3 de abril (5ª semana de Cuaresma)

El cuchicheo, el cotilleo de la gente parece que es un mal tan pandémico como el del coronavirus. Hoy ha llegado a un nivel social tal que se trata de una industria que se muestra en la televisión, con el famoso Sálvame a la cabeza, los millones de mensajes de este estilo que alimentan twitter, o la industria más o menos interesada de lo que ya conocemos como fake news.

La lógica del cuchicheo la describe muy bien Jeremías en la primera lectura y funcionará después con Jesús al igual que con millones de víctimas de este mundo. En esa lógica, se selecciona la víctima, se la desacredita y se le reprocha socialmente, reproche que puede tener consecuencias tan graves como la exclusión y la ejecución. Y todo ello tiene un halo de espectáculo, de representación social que sirve de entretenimiento, que sirve de control social y que sirve a otros intereses distintos a los propios de cada proceso.

Tenemos el caso de Jesús, donde su crucifixión supone un espectáculo para la gente, según nos dice Lucas. El proceso de Jesús, como el de muchos otros comenzó en el cuhicheo de la gente, continuó con fake news, y terminó colgado en la cruz. En tiempos de tantos cuchiheos, nos toca a nosotros tomar partido por la verdad y tomar partido por las víctimas de estos procesos de descarte social, al modo que lo hizo Jesús.

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¿Por quién te tienes?

Lecturas: jueves 2 de abril (5ª semana de Cuaresma)

¿Por quién te tienes? Es la pregunta que le hacen a Jesús y que en algún modo resume una de las cuestiones esenciales del Evangelio de Juan, descubrir y reconocer a Jesús como el Hijo del Hombre. La cuestión no es sólo de tener un título, sino la cuestión es que con el título reconocemos la acción de Dios en nuestra historia, y por tanto su modo de participar en ella.

Sería interesante que nos preguntaran a cada uno de nosotros ¿por quién te tienes? Y para responder empezáramos a utilizar distintos títulos que manejamos habitualmente, madre, hijo, profesor, estudiante, religiosa, ciudadano, deportista,…. Pero la vida no nos la jugamos en el título, sino que nos la jugamos precisamente en el sentido y en el efecto de esa vida en la historia nuestra de cada día.

Con Jesús aprendemos, igual no tanto la cuestión de qué título describe mi identidad, sino la cuestión de cómo la vivo. Con Jesús aprendo que la vida en plenitud tiene que ver con la vida entregada, que los ascensos tienen mucho que ver con los descensos, que no hya amor más grande que el que da la vida por sus amigos y que la libertad tiene que ver con la voluntad de Dios. Son todo paradojas, pero sería muy raro que no las encontrara en mi al responder ¿por quién te tienes?

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La verdad os hará libres

Lecturas: miércoles 1 de abril (5ª semana de Cuaresma)

Hay quien dice que esta pandemia nos ha puesto delante del espejo personal y socialmente. El cristal de ese espejo está lleno de palabras y cifras que nos hablan de la realidad que se vive fuera de nuestras casas, a través de la red y los medios de comunicación. La cuestión, a partir de las lecturas de hoy podría ser preguntarnos si ese espejo nos habla de una verdad que nos pueda hacer libres.

Preguntarnos por la libertad cuando estamos encerrados en casa puede sonar a broma. Pero son tiempos en que vamos descubriendo la cantidad de cosas y actividades que hacíamos y que pudieran parecer superficiales, en relación a lo esencial que tiene nuestra vida. Es probable que encontrarnos con la verdad de nuestra vida es el primer paso para la libertad de la que habla Jesús.

El camino de libertad lo encontramos en la vida y en la palabra de Jesús. Una vida que se entrega, una vida vinculada al Padre y a su Reino que nos habla precisamente de una libertad interior que son profundamente humanas. Igual hoy nos encontramos en la paradoja de que cuanto menos libres somos, es cuando más podemos profundizar en nuestra libertad.

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No me ha dejado solo

Lecturas: martes 31 de marzo (5ª semana de Cuaresma)

Son días en los que la soledad toma un protagonismo distinto. Hoy nos acordamos de las personas que viven solas, especialmente las mayores; nos acordamos de aquellos que pasan largo tiempo en los hospitales sin sus allegados; nos acordamos de las personas de la calle, que siguen ahí y solas. Sospecho que la soledad es uno de los grandes sufrimientos de nuestro tiempo, y que se intensifica aún con más fuerza, en nuestra cultura del descarte, tal y como dice el Papa Francisco.

Hoy las lecturas, en algún modo, nos hablan de las soledades. La soledad que pasó el pueblo de Israel perdido en el desierto, donde se desorienta y en su desorientación sufre. La soledad e incomprensión de Jesús en el evangelio de Juan, soledad que llegará a su expresión máxima en el momento de la cruz.

Pero es el mismo Jesús el que afirma no me ha dejado solo. Y aunque no desaparezcan las soledades, en este tiempo encontramos personas dispuestas a romper ese muro, a acercar distancias, a tender manos a los intocables, a comunicar y expresar que no estamos solos. Cierto realismo nos dirá que hay mucha gente sola, pero por la fe que compartimos y por la solidaridad de mucho hoy podemos seguir diciendo, aunque sea en voz baja, no me ha dejado solo.

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Y aquel día se salvó una vida

Lecturas: lunes 30 de marzo (5ª semana de Cuaresma)

Las doce del mediodía es la hora fijada por el Gobierno para dar los datos de la evolución de los efectos dela pandemia. Nos hemos hecho expertos en mirar la curva de la evolución de casos infectados, dados de alta y personas fallecidas. Son números que representan la vida (o la muerte) de personas concretas y que por la ley de los grandes números las abstraemos de su realidad vital, las dejamos sin contexto en un gran ejercicio matemático.

Hoy las lecturas van de lo contrario, de salvar a dos personas, concretamente a dos mujeres, que siguiendo la tradición de su tiempo hubieran sido ejecutadas por el sistema. En tiempos de urgencia, de necesidad, a veces la razón del sistema parece que nos empuja a dejar de mirar a las personas concretas y hacer que el sistema «funcione» confiando en un bien mayor. Es cuando podemos caer en la tentación de deshumanizar el «sistema» para que este funcione.

Frente al «sistema» por fortuna tenemos personas, personal sanitario, vecinos, ciudadanos que ponen rostro y calor humano en las relaciones. Son aquellos que intentan comunicar esperanza, son los que abrazan y agarran de la mano al que está en el trance hospitalario, son los que animan, son los que con su trabajo cuidan, protegen, sostienen y curan. Todas ellas en algún modo se unen al final del texto de la primera lectura cuando se dice que aquel día se salvó una vida. Muchas gracias a todas estas personas.

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