Lecturas 24 de febrero. Miércoles I de Cuaresma
Nuestra ambivalencia entre crédulos y descreídos es una paradoja más de nuestro modo de ser humanos. Por un lado necesitamos creer en algo a la vez que no nos lo creemos. Nuestra generación, como muchas otras piden signos que luego nos encargamos de no creer. Somos paradójicos.
Jesús nos hace ver la incredulidad crédula de la gente. Piden signos que no son capaces de ver, ya que Jesús está delante de ellos y no lo perciben como signo de Dios. Será una de las dinámicas constantes del Evangelio que nos invita a abrir los ojos, creer, entender, tener fe, creer en Jesús y acoger su Buena Noticia.
Cuaresma es un tiempo de despertar los sentidos y descubrir la presencia de Dios en nuestra vida. Descubrir a Jesús, tener conocimiento interno de Él para que más le amemos y le sigamos. Mucho ánimo.