Lecturas 27 de abril, Miércoles 3ª semana de Pascua
Llevamos 45 días de confinamiento en los cuales los ánimos han ido arriba y han ido abajo, nos hemos re-inventado en el modo de estar en casa, en el modo de hacer ejercicio, en el modo de trabajar. De repente, todo paró, pero todo se ha movido y mucho ha cambiado. En el camino hemos descubierto , hospitales, médicos, personal esencial, y por desgracia demasiadas personas fallecidas. Toda esa energía, todo ese dolor, todo ese esfuerzo va dejando su factura.
Hay distintos modos de afrontar el agobio y el cansancio, desde aquellos que lo obvian y simplemente siguen adelante, otros lo enmascaran en un exceso de positivismo y otros tratan de compensarlo con otros medios que les ayude a evadirse. Pero tal vez, como en muchas cosas, lo más importante es ser conscientes de cómo estamos.
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Jesús nos dice que vayamos a Él los que estamos cansados y agobiados. Eso significa interpretar la realidad propia y ajena de una manera distinta. Significa empezar a mirar a la manera de Dios, que como dice Ignacio ejerce el oficio de consolar. Venir a Jesús es unirnos al gran oficio de consolar, de estar en silencio, de solidarizarnos, de llorar, de reír, de descansar como amigos en el camino. Vayamos , pues, todos a esta gran cofradía del oficio de consolar como lo hace Jesús, porque nuestro pueblo necesita de mucho consuelo.
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