6 de marzo, Jueves después de Ceniza
En nuestra sociedad actual, a menudo buscamos el éxito, el reconocimiento y la comodidad, evitando el sufrimiento propio de la vida a toda costa. El miedo a perder nuestras vidas acomodadas nos bloquea para dar pasos hacia una vida más libre y comprometida.
Seguir a Cristo implica renunciar a nuestras propias seguridades y tomar la cruz de cada día. No se trata de sufrir por sufrir, sino de afrontar la realidad con su lado bueno y con su lado no tan bueno. Parece que en el abandono confiado en Dios podemos acercarnos a la plenitud que el mundo no puede ofrecer.
Tomar la cruz implica tener un corazón enorme y dispuesto. Significa amar hasta el final y no dejarse bloquear por posibles comodidades. Para ello necesitamos liberarnos de esos miedos que nos atan y no nos dejan camianr al estilo del Reino.
